Antes de la post verdad. Día del periodista 2013

 Sobre el periodismo.

Revista Claves, Mendoza 24 de diciembre de 1971




Los gremios en la edad media funcionaron como instituciones que organizaban los trabajos para las poblaciones aisladas. Si un carpintero tenía muchas tareas para cumplir, pedidos o encargos de las mismas personas que habitaban el poblado, podía solicitar o buscar uno o más aprendices. Con el tiempo este carpintero le enseñaba en el taller las técnicas para las labores del ejercicio de la profesión y de esta manera se iba formando un nuevo carpintero. Lo que quizás nos resulte más curioso a la mirada contemporánea es que el carpintero maestro también analizaba la influencia de su oficio en una región determinada. Si detectaba la necesidad de otro carpintero el preparaba a su aprendiz para luego independizarlo de su taller y que se instale en uno nuevo, así, además de transmitir las técnicas del oficio el gremio regulaba el oficio en una región o en una aldea.

Con el correr del tiempo, la consolidación de la empresa privada y el estado moderno, las organizaciones gremiales adoptan nuevas formas. En un principio bajo las ideas anarquistas y socialistas la organización del trabajo todavía guardaba algún recuerdo de la vieja función gremial, pero se le sumaban los reclamos del movimiento obrero moderno. Bien entrado el siglo XX la derrota política del ideario anarco-socialista ve nacer a lo que conocemos en el presente como sindicatos; y con este un colectivo nuevo de obreros ligados más a la especialización burocrática que al mundo del trabajo en sí mismo.

El periodismo como oficio o trabajo comienza como un empleo liberal. Ligado a las clases ilustradas, los redactores eran más bien ensayistas dedicados a transmitir idearios sobre el proceso de constitución de los estados más que cronistas de la vida cotidiana. La organización gremial de los periodistas surge más tardíamente ya avanzado el siglo XX. Si bien no tienen la misma inspiración que los gremios anteriores en las redacciones de los diarios siempre o casi siempre fueron un lugar de debate de ideas y formas de ejercer la profesión. La tradición de este ejercicio se encuentra inspirada por el liberalismo de los s. XVIII y XIX, producto de las revoluciones de la época y las ideas de libertad de expresión. Esto, que recuerda a la organización gremial del artesanado pero sin compartir la misma línea, fue y es un ejercicio muy saludable y productivo para el periodismo moderno.

Medios y periodistas.

Arturo Roig señala al periodismo del siglo XIX como impulsor del iluminismo en nuestra región, por esto razón denomina a este ciclo como periodismo de ideas. En el siglo XX el oficio se profesionaliza y junto a la organización de los medios toman la forma de empresa familiar comienza la etapa del periodismo moderno. Por otra parte los estados nacionales, muchos herederos de algún imperio, agregaron al oficio el trabajo en agencias de noticias, destinadas a brindar información tanto a los medios nacionales como también a los internacionales. En nuestro país a mediados de la década del ´40 se crea la agencia de noticias TELAM, en un principio como empresa de capitales estatales y privados con el objetivo de contrarrestar el dominio en la difusión de noticias por parte de las empresas norteamericanas AP y UPI. En esta etapa se especializa la formación de periodistas, el aprendizaje no se da solo en las redacciones sino también en instituciones educativas. El oficio del periodismo, al igual que muchos otros trabajos, cambia con la especialización de las empresas privadas y la organización de los Estados modernos.

Los periodistas como otros trabajadores tienen en su desempeño rasgos que los diferencian a unos con otros. Particularidades, cuestiones de estilo. Más allá que la formación trate de igualar el trabajo en sí mismo existen singularidades que los diferencian. Por su parte los medios contemporáneos incorporan al ejercicio profesional los llamados manuales de estilo, conjunto de reglas que los periodistas de sus filas deberían seguir para ejercer el oficio dentro de sus líneas. Existe una tensión entre la subjetividad del periodista y los medios, una tensión que no se resuelve nunca del todo a favor de uno o de otro, claro siempre y cuando el periodista no abandone el medio o este lo deje fuera de sus filas de periodistas.

Esta subjetividad tiene ejemplo notables, nombres que sobresalen de los medios donde trabajaron. Se nos viene a la memoria Roberto Arlt, cronista del desarrollo urbano de principios del siglo XX. El siempre citado Rodolfo Walsh. Líneas aparte de su compromiso político y como periodista, escritor de inteligencia audaz. En su “Carta a la junta” conjuga la denuncia y la estética, con una calidad sobresaliente, quizás pocas veces vista en el periodismo nacional. En nuestra provincia pensamos en Antonio Di Benedetto quien ejerció como periodista en el centenario diario Los Andes, controvertido y muy discutido todo en buena hora. Otra pluma que aún le falta mayor reconocimiento es la de Fernando Lorenzo, ligado a la dirección del diario UNO en su última etapa, pero que no sintetiza una trayectoria que lo liga incluso al surrealismo. Obviamente muchos otros.

Los medios también tienen apellidos notables. Natalio Botana periodista y fundador del diario Crítica, conmovió los medios nacionales incorporando las letras más avanzadas de la época, mezclando en sus páginas denuncias con ensayos científicos. Jacobo Timmerman, controvertido periodista, creó además de otros medios la revista Primera Plana, donde podía seguirse corrosivamente el transcurso de la política nacional, pero también los debates de la cultura contemporánea. Timmerman se liga a la historia del periodismo mendocino con la fundación de El Diario, en 1969; y a la vez deja el espacio abierto para uno de los proyectos periodísticos ejemplares de la provincia, la Revista Claves para entender la realidad. La dirección de esta revista estuvo a cargo de Fabián Calle parte de la familia fundadora del centenario diario Los Andes. En la actualidad tanto la revista como su director son referencias “transparentes” dentro del ejercicio y la discusión del periodismo. Se los conoce, pero no alcanzan a ser imágenes referenciales, se mantienen  entre los espectros del debate sobre el oficio del periodista y los medios.

Subjetividad y ejercicio de la profesión.

La tensión entre periodistas y medio donde ejercen su oficio en nuestra opinión es uno de los debates que esconden las acusaciones actuales sobre los periodistas de los llamados medios hegemónicos y los oficiales. Sin embargo la puesta en escena del debate intenta reducir y eliminar esa tensión. Tensión que además debería ser productiva y no restrictiva. El dedo acusador se apunta desde los medios de comunicación estatales o los favorables al gobierno sosteniendo que los periodistas de los “medios hegemónicos” fusionan su subjetividad con los intereses de la empresa de comunicación en la cual trabajan.

Bandera Proletaria, Agosto de 1927


Muchas veces esta acusación ha ungido como una profecía autocumplida. Debido a que la acusación deja poco espacio para que los periodistas puedan dar una opinión desde su punto de vista, por los límites mismos del trabajo en una empresa, el acusado intenta preservar su trabajo obligándose a dar una respuesta que se encontraba ya meditada en la acusación. En otras ocasiones, los periodistas dejan de lado su subjetividad adoptando la del medio donde trabaja simplemente por no compartir los principios de su opuesto. También puede interpretarse que acuerdan con los principios de su empleador, sea un medio del gobierno o favorable a él, o un medio que se encuentre en oposición al gobierno. Este sería el único caso donde la renuncia a su subjetividad es un tema de decisión propia, aunque deberíamos aclarar que esto no puede llegar a ser una fusión absoluta entre medio y periodista. De todas maneras y en cualquiera de los casos lo que se deja de lado es justamente la tensión saludable que existe entre los medios de comunicación y el oficio del periodismo.

Esta acusación también confunde dos dimensiones que si bien están relacionadas es necesario diferenciarlas: ideología y subjetividad. La elección de un conjunto de ideas generales sobre la sociedad no deja de lado, y mucho menos agota, nuestra experiencia individual de esa sociedad. Incluso más, la elección sobre un conjunto ideológico no salva a nadie de ejercer un oficio con maestría, calidad, responsabilidad y sobre todo reflexivamente. La confusión entre ideología del periodista y su subjetividad nos conduce a la imposibilidad de cualquier ejercicio creativo del oficio. La fusión de una y otra instancia impide el significado más íntegro de la Carta a la junta que escribió Rodolfo Walsh, lo deja hablando a medias, vulnerable a las críticas mal intencionadas. 

 El trabajo de la redacción debería recuperar o profundizar el ejercicio de los talleres artesanales. Reflexionar sobre el oficio, su realidad presente, sus tradiciones y desafíos en un mundo donde las instituciones parecen ser más importantes que las personas que las conforman. El oficio no puede dejar de lado el cuestionarse sus excesos y reivindicar sus propias virtudes. Cuestionarse a sí mismo, a la profesión, el ejercicio de la misma y la relación con el medio que posibilita ese mismo oficio.

Andrés Collado, junio 2013

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