El espectáculo como estética de la política. (antes de la postverdad. Segunda parte)
El espectáculo como estética de la política.
Se pueden
considerar a estas ideas como desactualizadas. Incluso con una nula capacidad
de reflexionar sobre una actualidad que supera en mucho los tiempos de
Benjamin. Pero la idea de que la política se transforma en parte de la estética
contemporánea, que se estetice la política, no parece una idea muy fuera de
lugar. Sabemos que la imagen política o la imagen de los políticos es algo que
se encuentra siempre presente en todas las campañas. Incluso esto forma parte
de la “carrera” de los políticos. Trascender por medio de una imagen que se
construye, en la que además participan muchas personas, incluido claro está el
periodismo. La imagen pública de un político en todo caso es el producto del
trabajo de muchos otros además del interesado y claro está, depende mucho de
los periodistas.
Por supuesto que el dilema planteado por
Benjamin no conspira con la posibilidad de construir una imagen política. Este
no sería un punto negativo. La balanza cede su peso al lado de lo cuestionable
cuando lo político o el político solo está sostenido desde lo cosmético
solamente. Al parecer un fenómeno de este tipo, que despertó nuestro interés, puede
verse en la televisión (denominada nacional) generada desde la capital del
país.
Hace un tiempo un
debate, que no trasciende como tal,
circula con acusaciones cruzadas entre un grupo de periodistas. El ahora desafortunado
Jorge Lanata cabeza del sector más crítico al gobierno y Luis Ventura,
periodista de espectáculos, quien reúne el conjunto de odios y broncas al
primero. Este último logró incorporar la idea entre los desertores del “gordo”
que el programa conducido por este, es un show mediático disfrazado de
periodismo serio. Este argumento golpea en el lugar donde la legitimidad de
Lanata se asienta y es en la trayectoria de periodista político serio que posee
o poseía. Esta acusación gana legitimidad porque la otra parte, Luis Ventura,
tiene credibilidad dentro del mundo del espectáculo. Algo así como: -si Ventura
dice que esto es parte del show business será así; porque a la vez, Luis Ventura legitimó
su carrera dentro del periodismo de espectáculo.
De alguna manera Luis Ventura acusa a Lanata justamente de estetizar la política, sin necesidad de usar estos términos. De mostrar un producto cosmético en el cual lo que importa son los valores del show business: el rating o el share, pelear por el mayor volumen de publicidad, entretener, divertir, distraer. Al seguir y enfocarse en estos objetivos deforma la realidad, la fuerza, la dobla para hacerla vendible. Fuerza la realidad para acercarla a una audiencia que se relaciona muy bien con la fantasía. Muestra la fantasía de una realidad que no es otra cosa que el maquillaje de un programa político serio. La fantasía pertenece al mundo del espectáculo y en el mundo del espectáculo la verdad es algo que realmente sobra, es un remanente sin importancia de lo que era la realidad.
El periodista de
espectáculos acusa a Lanata de correrse a “su” terreno, de jugar en “su”
cancha. La verdad que tiene en la mano el periodista de espectáculos es
imposible de rebatir: - Lanata recurrió al escándalo para impulsar su programa
de televisión sobre la política nacional. Todo el mundo con algún vínculo o
interés en los medios de comunicación sabemos bien que el escándalo o la
conmoción es el vector más importante del espectáculo contemporáneo. El
escándalo vende. Vende publicidad, vende tapas en los diarios, vende atención
del público, horas de producción, vende productos de todo tipo. El escándalo posiciona nuevas figuras, las crea; crea las
nuevas estrellas del show business. No es importante si es inventado o no
porque la verdad de la realidad le resulta indiferente a la audiencia. Más
creíble y deseable es la verdad de la fantasía.
Alguno puede pensar
que a esta caída de una parte del periodismo “serio” le sigue por otro lado la
politización del espectáculo. Al fin y al cabo los políticos y la política también
hoy circulan en los programas de chimentos, las “figuras” de la tele proponen
análisis de la realidad social y declaran su adhesión a tal o cual partido, son
candidatos o candidatas. Jorge Rial en el preciso momento en que estas líneas
se escriben entrevista a la Presidenta y no a Susana.
Lo que nos queda por
decir es que el espectáculo tiene muy poco de arte, y lo que persiguen estos
políticos o cierta política justamente en este no es aquel. Esto no es una
novedad, ya en los noventa tuvimos una fuerte inyección de este debate, de una
dieta de pizza y champagne. Quizás lo nuevo, lo novedoso, la otra cara de la
misma moneda, el Ventura de Lanata, el Majul de Rial, sea que en la actualidad el
espectáculo tiene la máscara de la política. La cosmética la aporte la política
a un espectáculo que se está quedando sin arte. Una versión nueva de la
estética política.
Observatorio de
Medios Mendoza. Andrés Collado (2013)
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