Entretenimiento.

 

Dibujo en pluma y tinta de 1943  
Joaquín Torres García
Entretenimiento.

El término “entretenimiento” está presente en toda una serie de actividades y producciones altamente reconocidas y valoradas de nuestra vida diaria. Su equivalente en inglés entertainement participa de la marca de empresas y corporaciones dedicadas al negocio de los entretenimientos presentando una infinidad de productos desde películas, merchandising, actividades recreativas, en el turismo de todo tipo, etc. Sumado a esto, también el entretenimiento es leiv motiv de actividades domésticas con un nuevo significado en la vida contemporánea: el ejemplo paradigmático global, la empresa Mc Donald, difunde la idea del comer como una actividad que no debería ser monótona, puede ser entretenida, la caja feliz es el signo de este cambio en la consideración simbólica del comer[1]. Incluso el sistema educativo y la escolaridad son acusados de aburridos, aludiendo a la falta del entretenimiento en la trasmisión de los contenidos. Se apela a que la educación del siglo XXI sea entretenida. Estos atributos de reconocimiento positivo al término parecen tener una historia breve; no hace mucho tiempo estar entretenido indicaba una mala señal dentro de algunas actividades. Incluso sus antónimos eran diferentes entretenido-aburrido, desplaza en muchas ocasiones a la dicotomía entretenido-distraído.  

El entretenimiento como función de la sociedad.

Pasada la segunda guerra mundial la atención sobre los estudios sociológicos en los Estados Unidos de Norteamérica,  cabeza del bloque occidental de la guerra fría, centraban la atención en el desarrollo del estructural-funcionalismo social. Como principio hipotético esta escuela sociológica sostiene que la sociedad regula su existencia por medio de relaciones funcionales, e intenta mantener su equilibrio resolviendo los problemas que plantean los denominados imperativos funcionales[2]. Por otra parte los estudios sobre comunicación de masas, que venían desplegándose con sistematicidad desde los años 20, encuentran en el funcionalismo una nueva dirección de sus estudios sobre el fenómeno de la comunicación masiva. A partir de este encuentro los medios de comunicación completan el cuadro de las funciones reconocidas en la sociedad, y así el entretenimiento integra parte de la lista.[3]  

Son muchos los referentes en investigación de los medios de comunicación de masas que encuentran en el funcionalismo una teoría social que potenciaría una compresión diferente de los problemas y preguntas surgidos del nuevo fenómeno. Entre ellos podemos rastrear en Charles Wrigth la incorporación por primera vez del entretenimiento como una de las funciones de los medios de comunicación en una sociedad determinada, en gran medida, por este fenómeno. En 1974 realiza algunos ajustes a los planteos iniciales sobre los medios y sus funciones sociales: “observa que los cuatro tipos de actividades comunicativas por él indicados (vigilancia del ambiente, interpretación de los acontecimientos, trasmisión cultural, entretenimiento) no son sinónimos de funciones: estás últimas corresponden en cambio a <<las consecuencias del hecho de desarrollar dichas actividades comunicativas mediante los procesos institucionalizados de comunicación de masas>>”[4] La aclaración de Wrigth nos revela que la función de entretenimiento (y las demás señaladas) no pertenece a los imperativos funcionales de la teoría sociológica, en otras palabras no pertenecen al mantenimiento de una estructura social básica. Estas “funciones” de los medios surgen a raíz de que el desarrollo de la sociedad contemporánea adopta a las tecnologías de comunicación electrónica como uno de los instrumentos más significativos para la socialización. Los medios de comunicación de masas electrónicos son el nuevo tótem de convergencia social, no agotan toda la sociabilidad, pero influyen en el orden “a imagen y semejanza de sus contenidos”.

El entretenimiento constituye un capítulo destacado en el actual momento de nuestro desarrollo social, pero esto no quiere decir que surge exclusivamente en el presente o que sólo tiene sentido en la actualidad. Los estudios precursores de Norbert Elias y Eric Dunning sobre el ocio y el deporte señalan que: “Hasta donde hemos podido ver, las actividades recreativas, se presentan en las sociedades en todas las fases del desarrollo”[5]. Por lo tanto podemos considerar el entretenimiento como una de las actividades humanas presente en los grupos sociales desde sus etapas antiguas[6]. Los objetivos perseguidos por estas actividades de entretenimiento según Charles Wright es la de “proporcionarle (a las personas) un medio de evadirse de la ansiedad y de los problemas de la vida social”[7]. Si bien las investigaciones de Elias y Dunning y las de Wrigth y los sociólogos norteamericanos se basan en supuestos diferentes ambas líneas coinciden de alguna manera en que las actividades recreativas o el entretenimiento finalmente persiguen una “evasión” o desviación de las rutinas domésticas y/o productivas.

La categoría de entretenimiento.

La evidente presencia del entretenimiento en nuestra sociedad, incluso el reconocimiento de este en las organizaciones antiguas pone de manifiesto la singularidad diferenciadora del  fenómeno en la dinámica social. En otras palabras el entretenimiento forma parte de lo que nosotros denominamos como sociedad en el presente, es un fenómeno constituyente de la misma. Sin embargo en nuestro desarrollo teórico podemos considerar el entretenimiento como categoría, tal como lo tomamos en este escrito. Una categoría es un término específico el cual sintetiza las múltiples determinaciones de relaciones que se dan en lo concreto de lo social[8], una forma conceptual expresada en palabras proveniente de la actividad de las personas entre ellas y sobre la naturaleza. Es una abstracción concreta, lleva en sí impresa todas las acciones humanas singulares que definen al término, dándole el sentido que reconocemos: “las categorías expresan por lo tanto formas de ser, determinaciones de existencia, a menudo simples aspectos, de esta sociedad determinada (…)”[9]

Profundizamos en esta aclaración para reconocer cuándo un término, una simple palabra, en nuestro caso el entretenimiento, se encuentra vinculada a una actividad singular realizada por las personas y comienza a tener una centralidad ineludible, al menos para la reflexión científica, en la articulación de la vida de estas en sociedad. El ejemplo más conocido es la categoría de trabajo que en el siglo XVIII y XIX llamó la atención de los teóricos que preguntaban cómo los países, los Estados-nación, originaban riquezas o no. Karl Marx interviene en esta discusión a mediados del siglo XIX sosteniendo que el trabajo se transforma en una categoría central cuando en sí misma se encuentra contenida todos los trabajos singulares, es decir el trabajo del carpintero, del herrero, del agricultor, etc. Así trabajo (en singular ya no más “trabajos”) generaliza todas las actividades de transformación de la naturaleza convirtiéndolas en mercancía, esa generalización es considerada como una abstracción concreta[10].

El entretenimiento parece tener las características necesarias para considerarlo como una categoría, o lo que es lo mismo una serie de acciones realizadas por las personas que poseen cierta centralidad dentro de las relaciones en sociedad. El entretenimiento reúne una multitud de actividades en las que participan las personas, el término incluye el intercambio de mercancías, posee un desarrollo histórico; incluso interesa como fenómeno científico en diversos aspectos, económicos, culturales, etc. y fundamentalmente está ligado a la vida de las personas en el presente de forma casi ineludible Esta apretada lista quizás tiente a algunos/as a pensar que el entretenimiento en la actualidad se diferencia del pasado de forma radical. Sin embargo una observación superficial nos permite decir que la función del entretenimiento en el presente es la misma que en sus inicios, distraer y de evadir la ansiedad generada en otro tipo de actividades, muchas de ellas  incluidas en el trabajo. Podemos aventurarnos a decir, sólo a modo de supuesto para este escrito, que este tipo de actividades incluidas en el presente en la categoría de entretenimiento fueron alcanzadas por el mismo desarrollo y despliegue del capitalismo y es éste quien acomodó al entretenimiento a las condiciones de su misma organización. La función de evasión y distracción de los asuntos cotidianos es la misma lo que cambia probablemente sea el origen de la angustia.

Los límites difusos del entretenimiento y la información.

La categoría de entretenimiento, recuperada desde el punto de vista de la historia, también ocupa a Peter Burke, junto con Asa Briggs, en “De Gutenberg a internet. Una historia social de los medios de comunicación”. En el apartado titulado Información, educación y entretenimiento[11] los autores reconstruyen el camino de los términos dejando claro que esta triada se la encuentra desde tiempos remotos y no son precisamente la manifestación irrefutable de la actual sociedad de la información, “…con el correr de la historia o, para emplear una metáfora alternativa, con «la marcha del tiempo», la industrialización, que como hemos visto incrementó tanto la riqueza como el tiempo libre, dio nuevo significado a cada elemento de la trinidad.” Y más adelante completa la idea de este despliegue histórico “A finales del siglo XX se comenzó a aplicar la palabra «trabajo» también al ocio, los viajes y el deporte. Los deportes se convirtieron en el deporte (aunque en Estados Unidos se mantuvo el plural) y los entretenimientos pasaron a ser él entretenimiento (a ambos lados del Atlántico). EI ocio, los viajes y el deporte se trataban ahora como industrias, o, en último término, como sectores de una industria.”[12]

La alteración en el significado de la categoría, o mejor del espacio donde este se juega, a través de la historia nos permite ver que no se trata simplemente de cierta “actualización” del término, sino que esta lleva los cambios que se consolidan en la sociedad. El entretenimiento a finales del siglo XX se lo percibe como una industria, desplazando de nuestra memoria  la idea de una actividad casual y destinada al espacio privado y doméstico, o público ritualizado. Esta transformación arrastra a su vez una confusión: “Las líneas divisorias entre información y entretenimiento fueron cada vez más borrosas en las décadas de los cincuenta y los sesenta tanto en los periódicos como en los medios electrónicos, y más tarde se volvieron más confusas aún. (…) Sin embargo, no se trataba de un fenómeno del todo nuevo, como lo revela la historia de la prensa mucho antes de que, en 1896, Alfred Harmsworth lanzara en Londres su Daily Mail a medio penique, tanto con el propósito de entretener como de informar: Knight creía que sólo era posible difundir conocimiento «útil» si también se entretenía a los lectores.”[13]

La confusión entre los límites de la información y el entretenimiento señalada por Burke y Briggs, bajo nuestra consideración, es un parte aguas desde el punto de vista del desarrollo histórico de nuestra sociedad. “En los inicios de la comunicación social”, decíamos que el desarrollo tecnológico de las herramientas para comunicar es empujado por la necesidad de mantener y expandir el vínculo entre las personas. La idea de base de esta afirmación radica en la naturaleza social del individuo debida cuenta que su existencia depende de los otros. Esta sociabilidad no sólo es realizada por medio de las acciones de subsistencia del grupo, también es cultivada, en el sentido primero del término, por medio de las herramientas de comunicación[14]. Este proceso, donde el desarrollo de las herramientas de comunicación colaboraron con la cohesión de la sociedad por medio de la creación o recreación de diversos lazos, (en relaciones ya no solo tribales o familiares sino de asociaciones de diferentes y nuevos tipos, a la vez más complejas) encuentra con la incorporación del entretenimiento, a finales del S. XIX, un nuevo punto de inicio[15]. La comunicación en este nuevo momento, propuesta como escenario, expondrá la disputa entre el entretenimiento y la información-conocimiento; disputa por la hegemonía en las relaciones entre las personas surgidas desde los medios de comunicación de masas.  

La sociedad del entretenimiento.

La denominación hace referencia al desarrollo alcanzado por la categoría en nuestros días, y por otro lado la centralidad en la vida contemporánea que alcanza en el último tramo de su historia. Por supuesto la propuesta de denominar el actual periodo como sociedad del entretenimiento, o sociedad de la información o del conocimiento como ya lo propusimos en anteriormente, es una opción más dentro de otras denominaciones en juego. Si bien identifican o resaltan algunos de los rasgos más significativos de la vida contemporánea parece  conveniente tomar a estos sintagmas como propuestas abiertas de las acciones presentes, es decir no como una situación inalterable sino como una realidad en construcción. Dependerá de qué argumentos, estrategias, herramientas y horizonte nos planteemos como sociedad para direccionar nuestra relación con las tecnologías y el capital que la impulsa.

Un acercamiento distinto, no diferente al desarrollado, es la definición propuesta por el profesor mexicano José Samuel Martínez López la cual señala: “La sociedad del entretenimiento es aquella que sin duda pretende satisfacer el antiquísimo apetito recreativo y momentáneamente convencernos, mediante la <<fabricación industrial>> de diversión de la idea de que el único fin de la vida es pasársela bien”[16]. Esta propuesta, llena de ironía, acentúa los rasgos de satisfacción, distracción y hedonismo que rodean la publicidad del tema, y con esto anticipa una mirada crítica sobre el asunto. Esta mirada ingenua difundida masivamente en realidad es un laberinto cognitivo en el cual se debate o se juegan dos versiones sobre nuestro presente: una sociedad más desarrollada, progresista, democrática y liberadora y otra menos desarrollada y “justificadora de la rapiña”[17].

El punto de consolidación de este proceso se ubica en un periodo bastante amplio de la historia, según Martínez López, entre la década de los años ochenta con Reagan y Tatcher, la caída del muro en 1989 y la destrucción de las torres gemelas en el año 2001. El amplio espacio de tiempo encierra procesos de largo plazo con presencia en la actualidad, la expansión del mercado mundial, conocido como globalización, un nuevo proceso de concentración de capital en nuevas y viejas manos, ayudado por las leyes de desregulación impositivas impulsadas por Reagan y Tatcher, y el cambio de hipótesis de conflicto de escenarios de Guerra Mundial, a instancias de “baja intensidad” (intervenciones en Afganistán, Irak, y otros escenarios estratégicos por recursos energéticos). En otras palabras la nueva propuesta de sociedad del entretenimiento se encuentra marcada por la expansión dominante de la nueva forma del capital[18].

Crítica a la sociedad del entretenimiento.

Las observaciones críticas sobre el entretenimiento, tal como la consideramos en este escrito, como un aspecto más de la dinámica del capitalismo postindustrial, surgen a raíz de la transformación del espacio social que ocupaba en un pasado; al principio en el ocio y luego en el tiempo libre. Vale decir que el entretenimiento no ocupa el lugar del trabajo, incluso hoy –pero cada vez menos- el entretenimiento resulta difícil asociarlo con una actividad laboral. El entretenimiento está destinado al espacio que abre el ocio, o el tiempo libre, sin embargo estos espacios, bajo un análisis más agudo de las actividades que desarrollan, están vinculados a áreas de la vida muy diferentes al de un pasado no muy anterior:

“Pero estos análisis pretenden abarcar la totalidad de la “industria de la cultura y del ocio”, y en esta mezcolanza se suman en revoltijo tanto la cultura artesanal como las Industrias Culturales (incluyendo a la publicidad) así como actividades tradicionalmente comprendidas entre las de “entretenimiento, ocio y esparcimiento”: deportivas, taurinas, parques recreativos, ferias, salones, loterías y apuestas, juguetes…; los datos también incluyen “lo referente a la fabricación de elementos indispensables como vehículos de transmisión de los bienes culturales y de ocio” (papel, tintas de imprenta, instrumentos fotográficos, cinematográficos, musicales, etc.) (García Gracia, Zofío, 2003: 13 a 24). El problema es que esta amalgama arroja muchos interrogantes sobre sus conclusiones de que tales industrias suponen “una actividad productiva de primer orden”[19].

La descripción de Bustamante sobre la multiplicidad de actividades económicas relacionadas al entretenimiento muestra la alteración del espacio, función y organización del tiempo libre, que definitivamente terminan re-definiéndolo. Esta mirada entre realista y escéptica tiene sus antecedentes en las observaciones precursoras de Theodor Adorno, hace décadas atrás. En 1969 exponía, (en conferencia radial !!!), sobre las alteraciones que el desarrollo del capital impulsaba en la idea del tiempo libre, en este “se continúan las formas de vida social organizada según el régimen de la ganancia”, por lo tanto el tiempo libre se transforma en su contrario, admitiendo un tiempo no libre. La función del tiempo libre, y del entretenimiento desplegado en él en esta nueva fase de expansión del capital, no desplaza la antigua idea de distracción o evasión. Más bien las complementa: “En él se prolonga una esclavitud, que, para la mayoría de los hombres esclavizados, es tan inconsciente como la propia esclavitud que ellos padecen”[20]. El espacio del tiempo libre en la actualidad, igual que en el del trabajo, participa del mundo de explotación del capital sobre la naturaleza y el hombre. Pero antes de sellar con la marca apocalíptica a estas líneas aclaramos que no se nos escapa las diferencias entre las alteraciones sobre la naturaleza y el hombre en el mundo del trabajo y en el espacio del tiempo libre: son “cualitativamente” diferentes… pero esta diferencia en la cualidad es funcional, muestra una continuidad en el tiempo libre con el trabajo. El tiempo libre no protesta contra la regularidad y estandarización del conocimiento reproducido por el trabajo, lo continúa haciéndolo soportable, tal como sucede a los personajes en el film Matrix (1999-2003) quienes vivían literalmente en un mundo organizado por la fantasía de cierto bienestar, contracara del real, donde todos eran parte de una maquinaria que les extraía su energía vital para su propia existencia. Pero la diferencia cualitativa más relevante del tiempo libre se encuentra precisamente en que esto no es lo relevante en la industria del entretenimiento. Lo cualitativamente diferente en el intercambio del mercado no es lo que genera Valor, sino su cantidad, su masividad, (de aquí que la multitud de actividades que hoy el sector incluye). La posibilidad de acceder a miles de millones no está determinada por los rasgos diferenciadores de los productos sino de su capacidad de ser muchos realizados para el intercambio en el mercado; y es en este proceso donde el valor de su característica diferente (valor de uso), en el producto realizado, retrocede frente al Valor de cambio, el Valor.

Esto, que señala la contemporaneidad del tiempo libre no era lo mismo cuando se lo denominaba ocio. Resulta esclarecedor el análisis de Adorno sobre el desplazamiento en el uso corriente del término ocio, por el de tiempo libre. El ocio antiguamente hacía referencia “al menos” a cierta vida desahogada, cualitativamente distinta y diferente desde el punto de vista del contenido[21]. La anécdota de Albert Einstein estudiando los principios de su revolución en la física en sus ratos de ocio de su juventud, mientras ejercía como empleado de correo, sirve como ilustración de aquello que se perdió en el uso doméstico de la palabra ocio[22].

El entretenimiento en desencuentro con el arte.

Qué difícil es ver las muchas líneas que cruzan las actividades de entretenimiento y los diferentes objetos y recursos incluidos en el arte…; hasta llegar a admitir que una y otra cosa no tienen nada en común. Hoy no muchas personas dirían que realizan o participan de actividades artísticas por entretenimiento, sin embargo y a pesar de la insistencia de separar una y otra, la historia de estas actividades encuentra en una, los fundamentos de la otra. El teatro, las rondas literarias, las tertulias, los salones de pinturas se organizaban como entretenimiento para un grupo reducido de la sociedad. La masificación de estas actividades lentamente volcó estas formas a las masas, recreando un nuevo espectador que no se escandalizaba frente a las propuestas controvertidas, o era indiferente a las propuestas más crípticas de los movimientos de avanzada y renovación. Lo que sucedía era que las formas se habían volcado inalterables -en un principio- pero sus contenidos fueron percibidos por este nuevo público de forma diferente; porque eran diferentes, y este cambio en el contenido terminará arrastrando a la forma, en esa dinámica que tiene la dialéctica social en sus espacios de revolución autónoma. De este proceso nacerá el entretenimiento como lo reconocemos en este escrito, de la mano de la industria cultural.

Esta deriva nos permite introducir otra idea de Adorno que por su polémica declaración necesitaba de unas líneas más, el entretenimiento es la captura del arte y es devuelta a la sociedad como mercancía[23], es arte inferior, ideología, en las figuras que propone el entretenimiento retorna lo reprimido con las marcas de la represión[24]. Esto último recuerda a la idea introducida por Benjamin sobre los procesos de cultura como encubridores del desarrollo de la barbarie. Esta crítica del entretenimiento al parecer contiene una solapada defensa sobre lo que otro tipo de crítica llamó cultura alta o arte superior. Vale aclarar que para el mismo Adorno esta denominación denunciaba el fracaso de la cultura frente a la sociedad y por supuesto no la comprendía como modelo de su propuesta. Esta crítica reivindica el arte por encontrarse separado de la sociedad del dominio y la administración, claro está, la nobleza aristocrática aprovecha esta instancia para actualizar y refrendar su caduca presencia de mirada despectiva sobre el mundo liberal burgués. De esta alianza sotto voce se nutre la denuncia elitista sobre la crítica de Franckfurt. Sin embargo la crítica no se despega del proceso abierto por la ilustración, Adorno sostiene que el arte no se diferenciaría de cualquier otra actividad si no fuera por la filosofía del arte y  la crítica del arte. En estas dos actividades, que en definitiva logran secularizar las obras cultuales, en estas dos tareas, modernas, herederas de la fuerza de la ilustración, deposita la tarea de descifrar los “contenidos de verdad” que las obras denuncian de la sociedad de la cual se alejan. Nuevamente estamos frente a las necesidades del conocimiento del mundo y la comunicación de este.

Los aspectos del entretenimiento que observa Adorno en este tiempo gozan de cierta inocencia a la luz de las descripciones que recogemos en este escrito, pero poseen la ventaja de mostrarnos, hoy, sus primeras improntas. Los arquetipos formas de tiempos primitivos de nuestra humanidad: las curvas de la figura femenina, señalando su capacidad para la maternidad y la subsistencia de la especie, espirales simbolizando a la serpiente animal mitológico del orden creador en más de una civilización y en más de un continente le prestan sus formas a la publicidad y los transforma en arquetipos de lo vulgar[25]. El arte para Adorno al finalizar los ´60, era más animación que reflexión sobre la sociedad, es un momento del entretenimiento que domina sobre el arte y sus fenómenos, es la negación mercantilizada del aburrimiento[26]. Nada favorece a la comprensión del mundo y sus problemas, todo se resume a  la felicidad contenida en una hamburguesa incluida en una caja impresa con la imagen de un grotesco payaso[27].

Notas sobre la industria cultural.

La categoría de Industria cultural propuesta por el análisis de Adorno y las observaciones de Horkhaimer posee una actualidad diferente a la pretendida por sus autores en los años posteriores a la segunda guerra mundial. La categoría crítica (y este término también sufre una deformación muy fuerte) pretendía describir el momento negativo del desarrollo de la cultura occidental en su proceso desplegado por la ilustración. Este nuevo momento tiene como rasgo diferenciador la inseparable unión entre cultura y economía, transformando completamente el sentido, la función y finalmente los contenidos de la primera. La presencia de la economía, de las determinaciones económicas y sus fines propios sobe los principios de la cultura, formaban el rasgo negativo de la industria cultural. En la actualidad, en ciertos sectores, esta mirada de la industria cultural deja paso a una reivindicación eufórica de la economía sobre la cultura, invirtiendo el sentido crítico original. Con esto se suspende el proceso de reflexión de dialéctica crítica sobre lo que se pretendía reflexionar en la cultura del siglo XX.  Las líneas siguientes intentan recuperar algunos de las ideas que introducían a esta categoría en los textos sobre crítica de la cultura.

La definición de industria cultural, un poco lejos de lo sugerido por la composición semántica, no refiere exclusivamente a la organización de un sistema de gestión humana para la realización de productos culturales masivos. La industria cultural define a la unidad de un sistema de múltiples expresiones emergente del proceso de manipulación y necesidad reactiva del nuevo público[28]. Todas las expresiones culturales desde los diarios a las películas, desde los programas de radio hasta las revistas de circulación masiva obedecen en primer lugar a  un mismo mensaje, y en segundo término todo esto promueve la creación de un nuevo público.

El análisis hunde la reflexión en aquello que se despega de la cultura misma en este nuevo fenómeno, los autores sostienen que la industria cultural es un sistema de no cultura. La industria cultural produce una nueva ideología vacía y sin contenido, esta ideología toma al mundo como objeto, mediante la exposición exacta de la realidad formal y así se eleva la mala realidad convirtiendo esta representación en sucedáneo del sentido y el derecho. No conocemos lugares que no visitamos por medio de imágenes transmitidas o fotografiadas, sino que corroboramos su existencia: Italia no se ofrece por las imágenes, sino las imágenes prueban que Italia existe.[29] Lo ideológico entonces no se encuentra en los contenidos de sus mensajes, como una crítica superficial podría definir, “El engaño no radica, pues, en que la industria cultural sirva de distracción, sino en que eche a perder el placer al quedar ligada, por su celo comercial, a los clichés de la cultura que se liquida a sí misma”[30]. Reconocemos a Roma por la fuente donde Anita Ekbert caminaba frente a Marcelo Mastroiani en La Dolcce Vitta, a París por las múltiples fotos de la torre Eiffel y en las diversas películas que la tienen como el fondo de una historia de amor, a Washington por el Capitolio y las mil veces que se intentó destruirlo en los infinitos y mismos films de Hollywood.

La reivindicación de la presencialidad masiva de estas imágenes para aquellos que están privados de viajar como elemento democrático de las tecnologías de reproducción y transmisión de imágenes también tiene un traspié dentro de las consideraciones críticas a la industria cultural. La posibilidad de acceder a algunas obras de arte no introduce a las masas a los lugares que antes estaban vedados, más bien conduce en las actuales condiciones, a la descomposición de la cultura. Estas obras ausentes de la crítica no reproducen el mundo exclusivo del cual salen, “En la industria cultural desaparece tanto la crítica como el respeto: a la crítica le sucede la mecánica comprobación de la autenticidad de la obra, y al respeto, el culto pasajero de la celebridad”[31]. La reproducción de la o las imágenes fuera de su contexto físico producen el falso efecto de comprensión de lo que se ve, esa sensación de estar en Roma, París o Nueva York oculta el conocimiento de la obra, de su emplazamiento y su historia. Esconde en última instancia el rasgo privado de la sociedad de consumo promueve, de la incapacidad del empleado de escuela de poder ver la obra en su lugar de emplazamiento[32].  

La unidad del sistema de medios de comunicación de masas no es más importante que el producto diferencial de su ejercicio con la creación de un nuevo público[33]. Habermas, en su reconstrucción de la Opinión pública describe que se denominaba público a las personas que asistían al teatro y manifestaban su opinión crítica sobre la obra a la que asistían. De origen burgués el público no participaba de la cultura de manera contemplativa sino desde la crítica, claro está que esto hace a la apropiación abstracta del mundo, ejercicio complementario a la apropiación privada de este. La diferencia radica en que el público formado por la industria cultural ya no necesita pensar las obras, estas se encuentran previamente clasificadas, y con ello segmentar las conductas y estandarizar del consumo. El círculo está completo con una retórica de libertad de elección y vida democrática, cambie de canal (o cualquier otro producto porque el speech es el mismo), existen más ofertas, elija; y la opción que no es opción de ninguna manera porque se escapa del círculo de “bienestar”: apague su televisor o su computadora, abandone su celular. Todo esto es una invitación a ser un paria. Un conductor actual del mundo del espectáculo sostiene que “un éxito no se critica” formalizando en la actualidad de que el público no puede intervenir desde la crítica, es espectador. La industria cultural atrofia la imaginación del espectador [34]

A diferencia del arte autónomo la obra propuesta por la industria cultural no tiene ningún secreto, cada obra instruye y afirma lo que la sociedad de la administración ya hizo[35]. No contradice el estado de dominación, no solo del capitalismo sino de la organización social administrada. Estar de acuerdo gentilmente, la afirmación no se trata de estar simplemente de acuerdo o “voluntariamente” de acuerdo, se realiza por medio de la diversión y el entretenimiento. La industria cultural es la industria de la diversión[36]. La industria cultural logró fusionar el arte y la diversión, llevando el arte a la esfera del consumo cuando en un periodo anterior eran irreconciliables. ¿Cómo hizo esto? Despojó a la diversión de sus ingenuidades más molestas. Por ejemplo los dibujos animados que anteriormente eran exponentes de la imaginación ahora son el símbolo de la razón tecnológica[37]. Divertirse es estar de acuerdo “Divertirse significa no pensar y olvidar el sufrimiento…es la huida del último pensamiento de resistencia”[38].

Pero no solo en la particular forma que alcanza la comedia en la industria cultural podemos observar el efecto de la organización de la cultura por medio de la industria cultural, también en su otra cara, en la tragedia, las transformaciones completan la unidad. El arte le presta a la industria cultural las imágenes de la miseria, porque la diversión no la puede mostrar. La tragedia elemento del arte que servía como resistencia a la amenaza mítica, en la actualidad dentro de los parámetros de la industria cultural sirve como elemento aleccionador, la idea del destino trágico es el castigo justo, que la estética burguesa siempre quiso transformarla[39]. El proceso de reconfigurar la tragedia en un género operativo para el orden burgués no concluye en simple adopción de la tragedia como parte de la estética burguesa. El destino trágico es parte del deseo burgués de una estética aleccionadora, de intentar controlar los impulsos de liberación de la clase obrera de las presiones del trabajo, y las condiciones del entretenimiento. La adopción de la tragedia como recurso pedagógico finalmente elimina a la propia tragedia de la escena cultural. Con el abandono de la tragedia se abandona la resistencia del sujeto.[40]


Andrés Collado (2013)


Bibliografía citada.

BUSTAMANTE, Enrique; Ce Las industrias culturales al entretenimiento. En revista Diálogos de la comunicación. Revista de FELAFACS. Nº 78 enero-julio 2009.

WOLF, Mauro “La investigación de la comunicación de masas. Crítica y perspectivas.” editorial Paidós Buenos Aires 1996.

ELIAS, Norbert y DUNNING, Eric “Ocio y deporte en el proceso de la civilización”. España, Ed. Fondo de Cultura económica, 1992.

BURKE y Asa BRIGGS “Información, educación y entretenimiento” en De Gutenberg a Internet. Una historia social de los medios de comunicación. España, Ed. Santillana 2002

MARX, Karl, Introducción a la crítica de la economía política/1857. Mexico, Ed Siglo XXI 1968-2001.


[1] BUSTAMANTE, Enrique; Ce las industrias culturales al entretenimiento. En revista Diálogos de la comunicación. Revista de FELAFACS. Nº 78 enero-julio 2009.

[2] Esta teoría tiene como fuente principal el desarrollo teórico de Talcott Parsons quien abrió un camino nuevo en los estudios en sociología. Los imperativos pueden ser resumidos en 4 problemas que presenta todo sistema social: 1-La conservación del modelo y el control de las tensiones, 2-la adaptación al ambiente, 3-la persecución de una finalidad (para la supervivencia del sistema social) 4-La integración de todas las partes. La teoría funcionalista de la sociedad es fuertemente cuestionada por distintas corrientes que plantean que el desarrollo social se despliega por otras razones, como el marxismo quien sostiene que el desarrollo social en el capitalismo se da por la disputa de los frutos del trabajo por parte de las clases sociales.

WOLF, Mauro “La investigación de la comunicación de masas. Crítica y perspectivas.” editorial Paidós Buenos Aires 1996. pp. 71 y ss.

[3] Idem. pp 73 y 74.

[4] Idem. Pp 74

[5] ELIAS, Norbert y DUNNING, Eric “Ocio y deporte en el proceso de la civilización”. España, Ed. Fondo de Cultura económica, 1992Pp. 85 y 86.

Los estudios de Elias, promotor de una sociología empírica no positivista; analiza el proceso del desarrollo de la civilización en occidente (1936) donde la hipótesis central de su trabajo es que las sociedades restringen y regulan su conducta en público y privado por medio de la represión y el control de las emociones. Las actividades recreativas forman parte central de la organización social “civilizada”, “Aquí, como en todas partes, la búsqueda de emoción, del entusiasmo aristotélico en nuestras actividades recreativas, es la otra cara de la moneda del control y de las restricciones que coartan nuestra expresión emocional en la vida corriente. No es posible entender una sin la otra” (87).  Si bien los autores no tratan directamente el tema del entretenimiento la noción de “actividades recreativas” incluye en gran medida el fenómeno que tratamos en este escrito.

[6] La palabra entretenimiento con una acepción similar a la actual en grandes rasgos se encuentra en el diccionario de la Real academia española en la edición del año 1732, una de las primeras. Link: http://ntlle.rae.es/ntlle/SrvltGUIMenuNtlle?cmd=Lema&sec=1.0.0.0.0. (marzo 2013)

Para profundizar sobre el recorrido histórico del término desde la historia de la comunicación ver Peter BURKE y Asa BRIGGS “Información, educación y entretenimiento” en De Gutenberg a Internet. Una historia social de los medios de comunicación. España, Ed. Santillana 2002. Pp 213-217

[7] WOLF. Op. Cit. Pp. 80

[8] MARX, Karl, Introducción a la crítica de la economía política/1857. Mexico, Ed Siglo XXI 1968-2001 Pp. 54

[9] Idem Pp. 56

[10] “El trabajo se ha convertido entonces, no sólo en tanto categoría, sino también en la realidad, en el medio para crear la riqueza general y, como determinación, ha dejado de adherirse al individuo como una particularidad suya” Sin embargo el mismo Marx aclara que esto si bien es posible en todos lados al mismo tiempo, son “…el producto de condiciones históricas y poseen plena validez sólo para esas condiciones y dentro de sus límites” idem, pp 55

[11] El apartado que aquí señalamos es coincidente con la propuesta general del presente trabajo de investigación en donde recuperamos las categorías de Información, entretenimiento y relación para analizar el consumo cultural en jóvenes escolarizados. 

BURKE, Peter, BRIGGS, Asa Op. Cit. pp. 213.

[12] Idem pp. 214 y 215.

[13] Idem pp. 217

[14] Así podemos contar un recorrido desde el primer lenguaje hablado monosilábico (dependiente del mundo presente), y pasar al lenguaje hablado articulado (independencia del mundo con las primeras abstracciones de los objetos), comenzar con el lenguaje escrito y desarrollar este hasta llegar a la imprenta. Cada instancia colabora en la suma y en la cohesión a un grupo primario de personas con más y más individuos ampliando y complejizando los grupos hasta llegar a una sociedad. No es posible adjudicarle una idea inmanente a este proceso histórico, es decir que existía una intensión antes de desarrollarlo, pero podemos afirmar que su despliegue está estimulado por la comprensión y apropiación simbólica del mundo y por la no menos importante comunicación de este hacia los otros.

[15] En nuestro país los años de inicio de las publicaciones de masas popular son más o menos coincidentes con el resto de occidente. Oscar Massota indica que la presencia de dibujos o publicaciones con ilustraciones comienzan más o menos a mediados de silgo XIX. MASSOTTA, Oscar. La historieta en el mundo. Barcelona, Ed. Paidos 1970-1982  Pp 141

[16] MARTINEZ LÓPEZ, José Samuel La sociedad del entretenimiento, revista La Luciérnaga. Facultad de Comunicación Audiovisual. Politénico Colombiano Jaime Isaza Cadavid. Año 3, Edición 6. Medellín, Colombia. 2011.  Pp. 7

[17] Idem. Pp. 7

[18] Idem.  Pp. 7-8

[19] BUSTAMANTE, Enrique; Ce las industrias culturales al entretenimiento. En revista Diálogos de la comunicación. Revista de FELAFACS. Nº 78 enero-julio 2009. Pp. 8

[20] ADORNO, Theodor. Tiempo Libre, en Consignas Ed. Amorrortu, 1969 pp. 55 y 56. En la misma línea de argumentación: “La necesidad social del entretenimiento y de lo que se llama relajación es aprovechada por una sociedad cuyos miembros forzosos difícilmente podrían soportar de otra manera la carga y la monotonía de su existencia y que en el tiempo libre que se les concede y administra apenas acogen otra cosa que lo que la industria cultural les impone” en: ADORNO, Theodor. Paralipómenos, en Teoría Estética Ed. Akal, 1969 pp. 416.

[21] ADORNO, Theodor. Tiempo Libre, en Consignas Ed. Amorrortu, 1969 pp. 54

[22] En el mismo presente de nuestro país se potencian los feriados nacionales, días no laborales, para aprovechar ese tiempo libre en realizar actividades que se miden exitosamente con estadísticas económicas. La contracara de los días no laborales en Argentina se encuentra en la menos difundida estadística que la jornada laboral promedio es una de las más altas en el mundo de 9 hs diarias, una hora más por día que lo que se trabajaba a mediados del siglo XX, más de mil horas -de más- en un año. Sumado a que la vida laboral promedio de los trabajadores en el mundo no extendió su tiempo libre sino su vida laboral a los 70 años. Datos estadísticos en:

http://www.infobae.com/notas/nota.php?Idx=300271&IdxSeccion=1

http://www.infobae.com/notas/685761-El-46-de-los-argentinos-trabaja-de-mas.html

http://www.muyinteresante.es/salud/preguntas-respuestas/ien-que-pais-se-trabaja-mas

[23] ADORNO, Theodor. Paralipómenos, en Teoría Estética Ed. Akal, 1969 pp. 416.

[24] ADORNO, Theodor. Teoría Estética Ed. Akal, 1969 pp. 317

[25] ADORNO, Theodor. Idem Pp. 317

[26] Idem. Pp. 333

[27] El director español Alex de la Iglesia sostiene en referencia a su película “Balada triste de trompeta” una triller, tragicómico sobre dos payasos teniendo como telón de fondo al franquismo español, dictadura que goza de buena reputación aún en la actualidad: sólo del drama se puede sacar una sonrisa. Claro está que esta sonrisa es catárquica pero no se funde sobre el fondo del horror se despega de él en ese gesto grotesco que rodean el make-up de los payasos.

[28] ADORNO, Theodor. Dialéctica de la ilustración. ed. Akal 1981-2007 pp. 134

[29] Idem. Pp. 161

[30] Idem. Pp. 141 y 156

[31] Idem. Pp. 174.

[32] Tampoco resulta más democrático participar del turismo en cuotas para acceder a la Capilla Sixtina o realizar colas para observar la Monna Lisa en el Louvre. Este gesto, vinculado a la industria del entretenimiento, niega de nuevo el conocimiento de la obra por medio de la distracción del estar ahí y su verificación en la foto digital al lado de uno de los símbolos del lugar. El objetivo es documentar que se estuvo repitiendo seguramente una imagen conocida anteriormente en una revista de turismo. 

[33] Idem. Pp. 135

[34] Idem. Pp. 136 y 139

[35]  Idem. Pp. 140

[36] Idem. Pp. 148-149

[37] Idem. Pp. 151

[38] Idem. Pp. 158

[39] Idem. Pp. 165

[40] Idem. Pp. 167

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