Entretenimiento.
Dibujo en pluma y tinta de 1943 Joaquín Torres García |
El
término “entretenimiento” está presente en toda una serie de actividades y
producciones altamente reconocidas y valoradas de nuestra vida diaria. Su
equivalente en inglés entertainement participa
de la marca de empresas y corporaciones dedicadas al negocio de los
entretenimientos presentando una infinidad de productos desde películas, merchandising, actividades recreativas,
en el turismo de todo tipo, etc. Sumado a esto, también el entretenimiento es leiv motiv de actividades domésticas con
un nuevo significado en la vida contemporánea: el ejemplo paradigmático global,
la empresa Mc Donald, difunde la idea del comer como una actividad que no
debería ser monótona, puede ser entretenida, la caja feliz es el signo de este
cambio en la consideración simbólica del comer[1]. Incluso
el sistema educativo y la escolaridad son acusados de aburridos, aludiendo a la
falta del entretenimiento en la trasmisión de los contenidos. Se apela a que la
educación del siglo XXI sea entretenida. Estos atributos de reconocimiento positivo
al término parecen tener una historia breve; no hace mucho tiempo estar
entretenido indicaba una mala señal dentro de algunas actividades. Incluso sus
antónimos eran diferentes entretenido-aburrido, desplaza en muchas ocasiones a la
dicotomía entretenido-distraído.
El entretenimiento como
función de la sociedad.
Pasada
la segunda guerra mundial la atención sobre los estudios sociológicos en los
Estados Unidos de Norteamérica, cabeza
del bloque occidental de la guerra fría, centraban la atención en el desarrollo
del estructural-funcionalismo social. Como principio hipotético esta escuela
sociológica sostiene que la sociedad regula su existencia por medio de relaciones
funcionales, e intenta mantener su equilibrio resolviendo los problemas que
plantean los denominados imperativos funcionales[2]. Por
otra parte los estudios sobre comunicación de masas, que venían desplegándose con
sistematicidad desde los años 20, encuentran en el funcionalismo una nueva
dirección de sus estudios sobre el fenómeno de la comunicación masiva. A partir
de este encuentro los medios de comunicación completan el cuadro de las funciones
reconocidas en la sociedad, y así el entretenimiento integra parte de la lista.[3]
Son
muchos los referentes en investigación de los medios de comunicación de masas
que encuentran en el funcionalismo una teoría social que potenciaría una
compresión diferente de los problemas y preguntas surgidos del nuevo fenómeno.
Entre ellos podemos rastrear en Charles Wrigth la incorporación por primera vez
del entretenimiento como una de las funciones de los medios de comunicación en
una sociedad determinada, en gran medida, por este fenómeno. En 1974 realiza
algunos ajustes a los planteos iniciales sobre los medios y sus funciones
sociales: “observa que los cuatro tipos de actividades comunicativas por él
indicados (vigilancia del ambiente, interpretación de los acontecimientos,
trasmisión cultural, entretenimiento) no son sinónimos de funciones: estás
últimas corresponden en cambio a <<las consecuencias del hecho de
desarrollar dichas actividades comunicativas mediante los procesos
institucionalizados de comunicación de masas>>”[4] La
aclaración de Wrigth nos revela que la función de entretenimiento (y las demás
señaladas) no pertenece a los imperativos funcionales de la teoría sociológica,
en otras palabras no pertenecen al mantenimiento de una estructura social
básica. Estas “funciones” de los medios surgen a raíz de que el desarrollo de
la sociedad contemporánea adopta a las tecnologías de comunicación electrónica
como uno de los instrumentos más significativos para la socialización. Los
medios de comunicación de masas electrónicos son el nuevo tótem de convergencia
social, no agotan toda la sociabilidad, pero influyen en el orden “a imagen y
semejanza de sus contenidos”.
El
entretenimiento constituye un capítulo destacado en el actual momento de
nuestro desarrollo social, pero esto no quiere decir que surge exclusivamente en
el presente o que sólo tiene sentido en la actualidad. Los estudios precursores
de Norbert Elias y Eric Dunning sobre el ocio y el deporte señalan que: “Hasta
donde hemos podido ver, las actividades recreativas, se presentan en las
sociedades en todas las fases del desarrollo”[5]. Por
lo tanto podemos considerar el entretenimiento como una de las actividades
humanas presente en los grupos sociales desde sus etapas antiguas[6]. Los
objetivos perseguidos por estas actividades de entretenimiento según Charles
Wright es la de “proporcionarle (a las personas) un medio de evadirse de la
ansiedad y de los problemas de la vida social”[7].
Si bien las investigaciones de Elias y Dunning y las de Wrigth y los sociólogos
norteamericanos se basan en supuestos diferentes ambas líneas coinciden de
alguna manera en que las actividades recreativas o el entretenimiento
finalmente persiguen una “evasión” o desviación de las rutinas domésticas y/o productivas.
La categoría de
entretenimiento.
La
evidente presencia del entretenimiento en nuestra sociedad, incluso el
reconocimiento de este en las organizaciones antiguas pone de manifiesto la
singularidad diferenciadora del fenómeno
en la dinámica social. En otras palabras el entretenimiento forma parte de lo
que nosotros denominamos como sociedad en el presente, es un fenómeno
constituyente de la misma. Sin embargo en nuestro desarrollo teórico podemos
considerar el entretenimiento como categoría, tal como lo tomamos en este
escrito. Una categoría es un término específico el cual sintetiza las múltiples
determinaciones de relaciones que se dan en lo concreto de lo social[8], una
forma conceptual expresada en palabras proveniente de la actividad de las
personas entre ellas y sobre la naturaleza. Es una abstracción concreta, lleva en
sí impresa todas las acciones humanas singulares que definen al término, dándole
el sentido que reconocemos: “las categorías expresan por lo tanto formas de
ser, determinaciones de existencia, a menudo simples aspectos, de esta sociedad
determinada (…)”[9]
Profundizamos
en esta aclaración para reconocer cuándo un término, una simple palabra, en
nuestro caso el entretenimiento, se encuentra vinculada a una actividad
singular realizada por las personas y comienza a tener una centralidad
ineludible, al menos para la reflexión científica, en la articulación de la
vida de estas en sociedad. El ejemplo más conocido es la categoría de trabajo
que en el siglo XVIII y XIX llamó la atención de los teóricos que preguntaban
cómo los países, los Estados-nación, originaban riquezas o no. Karl Marx interviene
en esta discusión a mediados del siglo XIX sosteniendo que el trabajo se
transforma en una categoría central cuando en sí misma se encuentra contenida
todos los trabajos singulares, es decir el trabajo del carpintero, del herrero,
del agricultor, etc. Así trabajo (en singular ya no más “trabajos”) generaliza
todas las actividades de transformación de la naturaleza convirtiéndolas en
mercancía, esa generalización es considerada como una abstracción concreta[10].
El
entretenimiento parece tener las características necesarias para considerarlo
como una categoría, o lo que es lo mismo una serie de acciones realizadas por
las personas que poseen cierta centralidad dentro de las relaciones en
sociedad. El entretenimiento reúne una multitud de actividades en las que
participan las personas, el término incluye el intercambio de mercancías, posee
un desarrollo histórico; incluso interesa como fenómeno científico en diversos
aspectos, económicos, culturales, etc. y fundamentalmente está ligado a la vida
de las personas en el presente de forma casi ineludible Esta apretada lista
quizás tiente a algunos/as a pensar que el entretenimiento en la actualidad se
diferencia del pasado de forma radical. Sin embargo una observación superficial
nos permite decir que la función del entretenimiento en el presente es la misma
que en sus inicios, distraer y de evadir la ansiedad generada en otro tipo de
actividades, muchas de ellas incluidas
en el trabajo. Podemos aventurarnos a decir, sólo a modo de supuesto para este
escrito, que este tipo de actividades incluidas en el presente en la categoría
de entretenimiento fueron alcanzadas por el mismo desarrollo y despliegue del
capitalismo y es éste quien acomodó al entretenimiento a las condiciones de su
misma organización. La función de evasión y distracción de los asuntos
cotidianos es la misma lo que cambia probablemente sea el origen de la angustia.
Los límites difusos del
entretenimiento y la información.
La
categoría de entretenimiento, recuperada desde el punto de vista de la historia,
también ocupa a Peter Burke, junto con Asa Briggs, en “De Gutenberg a internet.
Una historia social de los medios de comunicación”. En el apartado titulado
Información, educación y entretenimiento[11] los
autores reconstruyen el camino de los términos dejando claro que esta triada se
la encuentra desde tiempos remotos y no son precisamente la manifestación irrefutable
de la actual sociedad de la información, “…con el correr de la historia o, para
emplear una metáfora alternativa, con «la marcha del tiempo», la
industrialización, que como hemos visto incrementó tanto la riqueza como el
tiempo libre, dio nuevo significado a cada elemento de la trinidad.” Y más
adelante completa la idea de este despliegue histórico “A finales del siglo XX
se comenzó a aplicar la palabra «trabajo» también al ocio, los viajes y el
deporte. Los deportes se convirtieron en el deporte (aunque en Estados Unidos
se mantuvo el plural) y los entretenimientos pasaron a ser él entretenimiento
(a ambos lados del Atlántico). EI ocio, los viajes y el deporte se trataban
ahora como industrias, o, en último término, como sectores de una industria.”[12]
La
alteración en el significado de la categoría, o mejor del espacio donde este se
juega, a través de la historia nos permite ver que no se trata simplemente de
cierta “actualización” del término, sino que esta lleva los cambios que se
consolidan en la sociedad. El entretenimiento a finales del siglo XX se lo
percibe como una industria, desplazando de nuestra memoria la idea de una actividad casual y destinada al
espacio privado y doméstico, o público ritualizado. Esta transformación
arrastra a su vez una confusión: “Las líneas divisorias entre información y
entretenimiento fueron cada vez más borrosas en las décadas de los cincuenta y
los sesenta tanto en los periódicos como en los medios electrónicos, y más
tarde se volvieron más confusas aún. (…) Sin embargo, no se trataba de un
fenómeno del todo nuevo, como lo revela la historia de la prensa mucho antes de
que, en 1896, Alfred Harmsworth lanzara en Londres su Daily Mail a medio
penique, tanto con el propósito de entretener como de informar: Knight creía que
sólo era posible difundir conocimiento «útil» si también se entretenía a los
lectores.”[13]
La
confusión entre los límites de la información y el entretenimiento señalada por
Burke y Briggs, bajo nuestra consideración, es un parte aguas desde el punto de
vista del desarrollo histórico de nuestra sociedad. “En los inicios de la
comunicación social”, decíamos que el desarrollo tecnológico de las
herramientas para comunicar es empujado por la necesidad de mantener y expandir
el vínculo entre las personas. La idea de base de esta afirmación radica en la
naturaleza social del individuo debida cuenta que su existencia depende de los
otros. Esta sociabilidad no sólo es realizada por medio de las acciones de
subsistencia del grupo, también es cultivada, en el sentido primero del
término, por medio de las herramientas de comunicación[14]. Este
proceso, donde el desarrollo de las herramientas de comunicación colaboraron
con la cohesión de la sociedad por medio de la creación o recreación de
diversos lazos, (en relaciones ya no solo tribales o familiares sino de
asociaciones de diferentes y nuevos tipos, a la vez más complejas) encuentra con
la incorporación del entretenimiento, a finales del S. XIX, un nuevo punto de
inicio[15]. La
comunicación en este nuevo momento, propuesta como escenario, expondrá la
disputa entre el entretenimiento y la información-conocimiento; disputa por la
hegemonía en las relaciones entre las personas surgidas desde los medios de
comunicación de masas.
La sociedad del
entretenimiento.
La
denominación hace referencia al desarrollo alcanzado por la categoría en
nuestros días, y por otro lado la centralidad en la vida contemporánea que
alcanza en el último tramo de su historia. Por supuesto la propuesta de
denominar el actual periodo como sociedad del entretenimiento, o sociedad de la
información o del conocimiento como ya lo propusimos en anteriormente, es una opción
más dentro de otras denominaciones en juego. Si bien identifican o resaltan
algunos de los rasgos más significativos de la vida contemporánea parece conveniente tomar a estos sintagmas como
propuestas abiertas de las acciones presentes, es decir no como una situación
inalterable sino como una realidad en construcción. Dependerá de qué
argumentos, estrategias, herramientas y horizonte nos planteemos como sociedad para
direccionar nuestra relación con las tecnologías y el capital que la impulsa.
Un
acercamiento distinto, no diferente al desarrollado, es la definición propuesta
por el profesor mexicano José Samuel Martínez López la cual señala: “La
sociedad del entretenimiento es aquella que sin duda pretende satisfacer el
antiquísimo apetito recreativo y momentáneamente convencernos, mediante la
<<fabricación industrial>> de diversión de la idea de que el único
fin de la vida es pasársela bien”[16].
Esta propuesta, llena de ironía, acentúa los rasgos de satisfacción,
distracción y hedonismo que rodean la publicidad del tema, y con esto anticipa
una mirada crítica sobre el asunto. Esta mirada ingenua difundida masivamente
en realidad es un laberinto cognitivo en el cual se debate o se juegan dos
versiones sobre nuestro presente: una sociedad más desarrollada, progresista,
democrática y liberadora y otra menos desarrollada y “justificadora de la
rapiña”[17].
El
punto de consolidación de este proceso se ubica en un periodo bastante amplio
de la historia, según Martínez López, entre la década de los años ochenta con
Reagan y Tatcher, la caída del muro en 1989 y la destrucción de las torres
gemelas en el año 2001. El amplio espacio de tiempo encierra procesos de largo
plazo con presencia en la actualidad, la expansión del mercado mundial,
conocido como globalización, un nuevo proceso de concentración de capital en
nuevas y viejas manos, ayudado por las leyes de desregulación impositivas
impulsadas por Reagan y Tatcher, y el cambio de hipótesis de conflicto de
escenarios de Guerra Mundial, a instancias de “baja intensidad” (intervenciones
en Afganistán, Irak, y otros escenarios estratégicos por recursos energéticos).
En otras palabras la nueva propuesta de sociedad del entretenimiento se
encuentra marcada por la expansión dominante de la nueva forma del capital[18].
Crítica a la sociedad del
entretenimiento.
Las
observaciones críticas sobre el entretenimiento, tal como la consideramos en
este escrito, como un aspecto más de la dinámica del capitalismo
postindustrial, surgen a raíz de la transformación del espacio social que
ocupaba en un pasado; al principio en el ocio y luego en el tiempo libre. Vale
decir que el entretenimiento no ocupa el lugar del trabajo, incluso hoy –pero
cada vez menos- el entretenimiento resulta difícil asociarlo con una actividad
laboral. El entretenimiento está destinado al espacio que abre el ocio, o el
tiempo libre, sin embargo estos espacios, bajo un análisis más agudo de las
actividades que desarrollan, están vinculados a áreas de la vida muy diferentes
al de un pasado no muy anterior:
“Pero
estos análisis pretenden abarcar la totalidad de la “industria de la cultura y
del ocio”, y en esta mezcolanza se suman en revoltijo tanto la cultura
artesanal como las Industrias Culturales (incluyendo a la publicidad) así como
actividades tradicionalmente comprendidas entre las de “entretenimiento, ocio y
esparcimiento”: deportivas, taurinas, parques recreativos, ferias, salones,
loterías y apuestas, juguetes…; los datos también incluyen “lo referente a la
fabricación de elementos indispensables como vehículos de transmisión de los
bienes culturales y de ocio” (papel, tintas de imprenta, instrumentos
fotográficos, cinematográficos, musicales, etc.) (García Gracia, Zofío, 2003:
13 a 24). El problema es que esta amalgama arroja muchos interrogantes sobre
sus conclusiones de que tales industrias suponen “una actividad productiva de
primer orden”[19].
La
descripción de Bustamante sobre la multiplicidad de actividades económicas
relacionadas al entretenimiento muestra la alteración del espacio, función y
organización del tiempo libre, que definitivamente terminan re-definiéndolo. Esta
mirada entre realista y escéptica tiene sus antecedentes en las observaciones
precursoras de Theodor Adorno, hace décadas atrás. En 1969 exponía, (en conferencia
radial !!!), sobre las alteraciones que el desarrollo del capital impulsaba en
la idea del tiempo libre, en este “se continúan las formas de vida social
organizada según el régimen de la ganancia”, por lo tanto el tiempo libre se
transforma en su contrario, admitiendo un tiempo no libre. La función del
tiempo libre, y del entretenimiento desplegado en él en esta nueva fase de
expansión del capital, no desplaza la antigua idea de distracción o evasión.
Más bien las complementa: “En él se prolonga una esclavitud, que, para la
mayoría de los hombres esclavizados, es tan inconsciente como la propia
esclavitud que ellos padecen”[20]. El
espacio del tiempo libre en la actualidad, igual que en el del trabajo,
participa del mundo de explotación del capital sobre la naturaleza y el hombre.
Pero antes de sellar con la marca apocalíptica a estas líneas aclaramos que no
se nos escapa las diferencias entre las alteraciones sobre la naturaleza y el
hombre en el mundo del trabajo y en el espacio del tiempo libre: son “cualitativamente”
diferentes… pero esta diferencia en la cualidad es funcional, muestra una
continuidad en el tiempo libre con el trabajo. El tiempo libre no protesta
contra la regularidad y estandarización del conocimiento reproducido por el
trabajo, lo continúa haciéndolo soportable, tal como sucede a los personajes en
el film Matrix (1999-2003) quienes vivían literalmente en un mundo organizado
por la fantasía de cierto bienestar, contracara del real, donde todos eran
parte de una maquinaria que les extraía su energía vital para su propia
existencia. Pero la diferencia cualitativa más relevante del tiempo libre se
encuentra precisamente en que esto no es lo relevante en la industria del
entretenimiento. Lo cualitativamente diferente en el intercambio del mercado no
es lo que genera Valor, sino su cantidad, su masividad, (de aquí que la
multitud de actividades que hoy el sector incluye). La posibilidad de acceder a
miles de millones no está determinada por los rasgos diferenciadores de los
productos sino de su capacidad de ser muchos realizados para el intercambio en
el mercado; y es en este proceso donde el valor de su característica diferente
(valor de uso), en el producto realizado, retrocede frente al Valor de cambio,
el Valor.
Esto,
que señala la contemporaneidad del tiempo libre no era lo mismo cuando se lo
denominaba ocio. Resulta esclarecedor el análisis de Adorno sobre el
desplazamiento en el uso corriente del término ocio, por el de tiempo libre. El
ocio antiguamente hacía referencia “al menos” a cierta vida desahogada,
cualitativamente distinta y diferente desde el punto de vista del contenido[21].
La anécdota de Albert Einstein estudiando los principios de su revolución en la
física en sus ratos de ocio de su juventud, mientras ejercía como empleado de
correo, sirve como ilustración de aquello que se perdió en el uso doméstico de
la palabra ocio[22].
El entretenimiento en
desencuentro con el arte.
Qué
difícil es ver las muchas líneas que cruzan las actividades de entretenimiento
y los diferentes objetos y recursos incluidos en el arte…; hasta llegar a admitir
que una y otra cosa no tienen nada en común. Hoy no muchas personas dirían que
realizan o participan de actividades artísticas por entretenimiento, sin
embargo y a pesar de la insistencia de separar una y otra, la historia de estas
actividades encuentra en una, los fundamentos de la otra. El teatro, las rondas
literarias, las tertulias, los salones de pinturas se organizaban como
entretenimiento para un grupo reducido de la sociedad. La masificación de estas
actividades lentamente volcó estas formas a las masas, recreando un nuevo
espectador que no se escandalizaba frente a las propuestas controvertidas, o
era indiferente a las propuestas más crípticas de los movimientos de avanzada y
renovación. Lo que sucedía era que las formas se habían volcado inalterables -en
un principio- pero sus contenidos fueron percibidos por este nuevo público de
forma diferente; porque eran diferentes, y este cambio en el contenido terminará
arrastrando a la forma, en esa dinámica que tiene la dialéctica social en sus espacios
de revolución autónoma. De este proceso nacerá el entretenimiento como lo
reconocemos en este escrito, de la mano de la industria cultural.
Esta
deriva nos permite introducir otra idea de Adorno que por su polémica declaración
necesitaba de unas líneas más, el entretenimiento es la captura del arte y es devuelta
a la sociedad como mercancía[23],
es arte inferior, ideología, en las figuras que propone el entretenimiento
retorna lo reprimido con las marcas de la represión[24]. Esto
último recuerda a la idea introducida por Benjamin sobre los procesos de
cultura como encubridores del desarrollo de la barbarie. Esta crítica del
entretenimiento al parecer contiene una solapada defensa sobre lo que otro tipo
de crítica llamó cultura alta o arte superior. Vale aclarar que para el mismo
Adorno esta denominación denunciaba el fracaso de la cultura frente a la sociedad
y por supuesto no la comprendía como modelo de su propuesta. Esta crítica
reivindica el arte por encontrarse separado de la sociedad del dominio y la
administración, claro está, la nobleza aristocrática aprovecha esta instancia para
actualizar y refrendar su caduca presencia de mirada despectiva sobre el mundo
liberal burgués. De esta alianza sotto
voce se nutre la denuncia elitista sobre la crítica de Franckfurt. Sin
embargo la crítica no se despega del proceso abierto por la ilustración, Adorno
sostiene que el arte no se diferenciaría de cualquier otra actividad si no
fuera por la filosofía del arte y la
crítica del arte. En estas dos actividades, que en definitiva logran
secularizar las obras cultuales, en estas dos tareas, modernas, herederas de la
fuerza de la ilustración, deposita la tarea de descifrar los “contenidos de
verdad” que las obras denuncian de la sociedad de la cual se alejan. Nuevamente
estamos frente a las necesidades del conocimiento del mundo y la comunicación
de este.
Los
aspectos del entretenimiento que observa Adorno en este tiempo gozan de cierta
inocencia a la luz de las descripciones que recogemos en este escrito, pero
poseen la ventaja de mostrarnos, hoy, sus primeras improntas. Los arquetipos
formas de tiempos primitivos de nuestra humanidad: las curvas de la figura
femenina, señalando su capacidad para la maternidad y la subsistencia de la
especie, espirales simbolizando a la serpiente animal mitológico del orden
creador en más de una civilización y en más de un continente le prestan sus
formas a la publicidad y los transforma en arquetipos de lo vulgar[25].
El arte para Adorno al finalizar los ´60, era más animación que reflexión sobre
la sociedad, es un momento del entretenimiento que domina sobre el arte y sus
fenómenos, es la negación mercantilizada del aburrimiento[26]. Nada
favorece a la comprensión del mundo y sus problemas, todo se resume a la felicidad contenida en una hamburguesa incluida
en una caja impresa con la imagen de un grotesco payaso[27].
Notas sobre la industria
cultural.
La
categoría de Industria cultural propuesta por el análisis de Adorno y las
observaciones de Horkhaimer posee una actualidad diferente a la pretendida por
sus autores en los años posteriores a la segunda guerra mundial. La categoría
crítica (y este término también sufre una deformación muy fuerte) pretendía
describir el momento negativo del desarrollo de la cultura occidental en su
proceso desplegado por la ilustración. Este nuevo momento tiene como rasgo
diferenciador la inseparable unión entre cultura y economía, transformando
completamente el sentido, la función y finalmente los contenidos de la primera.
La presencia de la economía, de las determinaciones económicas y sus fines
propios sobe los principios de la cultura, formaban el rasgo negativo de la
industria cultural. En la actualidad, en ciertos sectores, esta mirada de la
industria cultural deja paso a una reivindicación eufórica de la economía sobre
la cultura, invirtiendo el sentido crítico original. Con esto se suspende el
proceso de reflexión de dialéctica crítica sobre lo que se pretendía
reflexionar en la cultura del siglo XX.
Las líneas siguientes intentan recuperar algunos de las ideas que
introducían a esta categoría en los textos sobre crítica de la cultura.
La
definición de industria cultural, un poco lejos de lo sugerido por la
composición semántica, no refiere exclusivamente a la organización de un
sistema de gestión humana para la realización de productos culturales masivos. La
industria cultural define a la unidad de un sistema de múltiples expresiones
emergente del proceso de manipulación y necesidad reactiva del nuevo público[28]. Todas
las expresiones culturales desde los diarios a las películas, desde los
programas de radio hasta las revistas de circulación masiva obedecen en primer
lugar a un mismo mensaje, y en segundo
término todo esto promueve la creación de un nuevo público.
El
análisis hunde la reflexión en aquello que se despega de la cultura misma en
este nuevo fenómeno, los autores sostienen que la industria cultural es un sistema
de no cultura. La industria cultural produce una nueva ideología vacía y sin
contenido, esta ideología toma al mundo como objeto, mediante la exposición
exacta de la realidad formal y así se eleva la mala realidad convirtiendo esta
representación en sucedáneo del sentido y el derecho. No conocemos lugares que
no visitamos por medio de imágenes transmitidas o fotografiadas, sino que
corroboramos su existencia: Italia no se ofrece por las imágenes, sino las
imágenes prueban que Italia existe.[29] Lo
ideológico entonces no se encuentra en los contenidos de sus mensajes, como una
crítica superficial podría definir, “El engaño no radica, pues, en que la industria
cultural sirva de distracción, sino en que eche a perder el placer al quedar
ligada, por su celo comercial, a los clichés de la cultura que se liquida a sí
misma”[30]. Reconocemos
a Roma por la fuente donde Anita Ekbert caminaba frente a Marcelo Mastroiani en
La Dolcce Vitta, a París por las múltiples fotos de la torre Eiffel y en las
diversas películas que la tienen como el fondo de una historia de amor, a Washington
por el Capitolio y las mil veces que se intentó destruirlo en los infinitos y
mismos films de Hollywood.
La
reivindicación de la presencialidad masiva de estas imágenes para aquellos que
están privados de viajar como elemento democrático de las tecnologías de
reproducción y transmisión de imágenes también tiene un traspié dentro de las
consideraciones críticas a la industria cultural. La posibilidad de acceder a
algunas obras de arte no introduce a las masas a los lugares que antes estaban
vedados, más bien conduce en las actuales condiciones, a la descomposición de
la cultura. Estas obras ausentes de la crítica no reproducen el mundo exclusivo
del cual salen, “En la industria cultural desaparece tanto la crítica como el
respeto: a la crítica le sucede la mecánica comprobación de la autenticidad de
la obra, y al respeto, el culto pasajero de la celebridad”[31].
La reproducción de la o las imágenes fuera de su contexto físico producen el
falso efecto de comprensión de lo que se ve, esa sensación de estar en Roma,
París o Nueva York oculta el conocimiento de la obra, de su emplazamiento y su
historia. Esconde en última instancia el rasgo privado de la sociedad de
consumo promueve, de la incapacidad del empleado de escuela de poder ver la
obra en su lugar de emplazamiento[32].
La
unidad del sistema de medios de comunicación de masas no es más importante que
el producto diferencial de su ejercicio con la creación de un nuevo público[33]. Habermas,
en su reconstrucción de la Opinión pública describe que se denominaba público a
las personas que asistían al teatro y manifestaban su opinión crítica sobre la
obra a la que asistían. De origen burgués el público no participaba de la
cultura de manera contemplativa sino desde la crítica, claro está que esto hace
a la apropiación abstracta del mundo, ejercicio complementario a la apropiación
privada de este. La diferencia radica en que el público formado por la
industria cultural ya no necesita pensar las obras, estas se encuentran
previamente clasificadas, y con ello segmentar las conductas y estandarizar del
consumo. El círculo está completo con una retórica de libertad de elección y
vida democrática, cambie de canal (o cualquier otro producto porque el speech es el mismo), existen más
ofertas, elija; y la opción que no es opción de ninguna manera porque se escapa
del círculo de “bienestar”: apague su televisor o su computadora, abandone su
celular. Todo esto es una invitación a ser un paria. Un conductor actual del
mundo del espectáculo sostiene que “un éxito no se critica” formalizando en la
actualidad de que el público no puede intervenir desde la crítica, es
espectador. La industria cultural atrofia la imaginación del espectador [34]
A
diferencia del arte autónomo la obra propuesta por la industria cultural no
tiene ningún secreto, cada obra instruye y afirma lo que la sociedad de la
administración ya hizo[35].
No contradice el estado de dominación, no solo del capitalismo sino de la
organización social administrada. Estar de acuerdo gentilmente, la afirmación
no se trata de estar simplemente de acuerdo o “voluntariamente” de acuerdo, se
realiza por medio de la diversión y el entretenimiento. La industria cultural
es la industria de la diversión[36]. La
industria cultural logró fusionar el arte y la diversión, llevando el arte a la
esfera del consumo cuando en un periodo anterior eran irreconciliables. ¿Cómo
hizo esto? Despojó a la diversión de sus ingenuidades más molestas. Por ejemplo
los dibujos animados que anteriormente eran exponentes de la imaginación ahora
son el símbolo de la razón tecnológica[37].
Divertirse es estar de acuerdo “Divertirse significa no pensar y olvidar el
sufrimiento…es la huida del último pensamiento de resistencia”[38].
Pero
no solo en la particular forma que alcanza la comedia en la industria cultural
podemos observar el efecto de la organización de la cultura por medio de la
industria cultural, también en su otra cara, en la tragedia, las
transformaciones completan la unidad. El arte le presta a la industria cultural
las imágenes de la miseria, porque la diversión no la puede mostrar. La
tragedia elemento del arte que servía como resistencia a la amenaza mítica, en
la actualidad dentro de los parámetros de la industria cultural sirve como
elemento aleccionador, la idea del destino trágico es el castigo justo, que la
estética burguesa siempre quiso transformarla[39]. El
proceso de reconfigurar la tragedia en un género operativo para el orden
burgués no concluye en simple adopción de la tragedia como parte de la estética
burguesa. El destino trágico es parte del deseo burgués de una estética
aleccionadora, de intentar controlar los impulsos de liberación de la clase
obrera de las presiones del trabajo, y las condiciones del entretenimiento. La
adopción de la tragedia como recurso pedagógico finalmente elimina a la propia
tragedia de la escena cultural. Con el abandono de la tragedia se abandona la
resistencia del sujeto.[40]
Andrés Collado (2013)
Bibliografía citada.
BUSTAMANTE, Enrique; Ce Las industrias
culturales al entretenimiento. En revista Diálogos de la comunicación. Revista
de FELAFACS. Nº 78 enero-julio 2009.
WOLF,
Mauro “La investigación de la comunicación de masas. Crítica y perspectivas.”
editorial Paidós Buenos Aires 1996.
ELIAS, Norbert y DUNNING, Eric “Ocio
y deporte en el proceso de la civilización”. España, Ed. Fondo de Cultura
económica, 1992.
BURKE y Asa BRIGGS “Información,
educación y entretenimiento” en De Gutenberg a Internet. Una historia social de
los medios de comunicación. España, Ed. Santillana 2002
[1] BUSTAMANTE,
Enrique; Ce las industrias culturales al entretenimiento. En revista Diálogos
de la comunicación. Revista de FELAFACS. Nº 78 enero-julio 2009.
[2] Esta teoría tiene como fuente principal el desarrollo teórico de
Talcott Parsons quien abrió un camino nuevo en los estudios en sociología. Los
imperativos pueden ser resumidos en 4 problemas que presenta todo sistema
social: 1-La conservación del modelo y el control de las tensiones, 2-la
adaptación al ambiente, 3-la persecución de una finalidad (para la
supervivencia del sistema social) 4-La integración de todas las partes. La
teoría funcionalista de la sociedad es fuertemente cuestionada por distintas corrientes
que plantean que el desarrollo social se despliega por otras razones, como el
marxismo quien sostiene que el desarrollo social en el capitalismo se da por la
disputa de los frutos del trabajo por parte de las clases sociales.
WOLF, Mauro “La investigación de la comunicación de
masas. Crítica y perspectivas.” editorial Paidós Buenos Aires 1996. pp. 71 y ss.
[3] Idem. pp 73 y 74.
[4] Idem. Pp 74
[5] ELIAS, Norbert y
DUNNING, Eric “Ocio y deporte en el proceso de la civilización”. España, Ed.
Fondo de Cultura económica, 1992Pp. 85 y 86.
Los estudios de
Elias, promotor de una sociología empírica no positivista; analiza el proceso
del desarrollo de la civilización en occidente (1936) donde la hipótesis
central de su trabajo es que las sociedades restringen y regulan su conducta en
público y privado por medio de la represión y el control de las emociones. Las
actividades recreativas forman parte central de la organización social
“civilizada”, “Aquí, como en todas partes, la búsqueda de emoción, del entusiasmo aristotélico en nuestras
actividades recreativas, es la otra cara de la moneda del control y de las
restricciones que coartan nuestra expresión emocional en la vida corriente. No
es posible entender una sin la otra” (87).
Si bien los autores no tratan directamente el tema del entretenimiento
la noción de “actividades recreativas” incluye en gran medida el fenómeno que
tratamos en este escrito.
[6] La palabra entretenimiento con una acepción similar a la actual en
grandes rasgos se encuentra en el diccionario de la Real academia española en
la edición del año 1732, una de las primeras. Link:
http://ntlle.rae.es/ntlle/SrvltGUIMenuNtlle?cmd=Lema&sec=1.0.0.0.0. (marzo
2013)
Para profundizar
sobre el recorrido histórico del término desde la historia de la comunicación
ver Peter BURKE y Asa BRIGGS “Información, educación y
entretenimiento” en De Gutenberg
a Internet. Una historia social de los medios de comunicación. España, Ed.
Santillana 2002. Pp 213-217
[7] WOLF. Op. Cit. Pp. 80
[8] MARX, Karl,
Introducción a la crítica de la economía política/1857. Mexico, Ed Siglo XXI
1968-2001 Pp. 54
[9] Idem Pp. 56
[10] “El trabajo se
ha convertido entonces, no sólo en tanto categoría, sino también en la
realidad, en el medio para crear la riqueza general y, como determinación, ha
dejado de adherirse al individuo como una particularidad suya” Sin embargo el
mismo Marx aclara que esto si bien es posible en todos lados al mismo tiempo,
son “…el producto de condiciones históricas y poseen plena validez sólo para
esas condiciones y dentro de sus límites” idem, pp 55
[11] El apartado que
aquí señalamos es coincidente con la propuesta general del presente trabajo de
investigación en donde recuperamos las categorías de Información,
entretenimiento y relación para analizar el consumo cultural en jóvenes
escolarizados.
BURKE,
Peter, BRIGGS, Asa Op. Cit. pp.
213.
[12] Idem pp. 214 y
215.
[13] Idem pp. 217
[14] Así podemos contar un recorrido desde el primer lenguaje hablado
monosilábico (dependiente del mundo presente), y pasar al lenguaje hablado
articulado (independencia del mundo con las primeras abstracciones de los
objetos), comenzar con el lenguaje escrito y desarrollar este hasta llegar a la
imprenta. Cada instancia colabora
en la suma y en la cohesión a un grupo primario de
personas con más y más individuos ampliando y complejizando los grupos hasta llegar a una sociedad.
No es posible adjudicarle una idea inmanente a este proceso histórico, es decir
que existía una intensión antes de desarrollarlo, pero podemos afirmar que su
despliegue está estimulado por la comprensión y apropiación simbólica del mundo
y por la no menos importante comunicación de este hacia los otros.
[15] En nuestro país
los años de inicio de las publicaciones de masas popular son más o menos
coincidentes con el resto de occidente. Oscar Massota indica que la presencia
de dibujos o publicaciones con ilustraciones comienzan más o menos a mediados
de silgo XIX. MASSOTTA, Oscar. La historieta en el mundo. Barcelona, Ed. Paidos
1970-1982 Pp 141
[16] MARTINEZ LÓPEZ,
José Samuel La sociedad del entretenimiento, revista La Luciérnaga. Facultad de
Comunicación Audiovisual. Politénico Colombiano Jaime Isaza Cadavid. Año 3,
Edición 6. Medellín, Colombia. 2011. Pp.
7
[17] Idem. Pp. 7
[18] Idem. Pp. 7-8
[19] BUSTAMANTE,
Enrique; Ce las industrias culturales al entretenimiento. En revista Diálogos
de la comunicación. Revista de FELAFACS. Nº 78 enero-julio 2009. Pp. 8
[20] ADORNO, Theodor.
Tiempo Libre, en Consignas Ed. Amorrortu, 1969 pp. 55 y 56. En la misma línea
de argumentación: “La necesidad social del
entretenimiento y de lo que se llama relajación es aprovechada por una sociedad
cuyos miembros forzosos difícilmente podrían soportar de otra manera la carga y
la monotonía de su existencia y que en el tiempo libre que se les concede y
administra apenas acogen otra cosa que lo que la industria cultural les impone” en: ADORNO, Theodor. Paralipómenos, en
Teoría Estética Ed. Akal, 1969 pp. 416.
[21] ADORNO, Theodor.
Tiempo Libre, en Consignas Ed. Amorrortu, 1969 pp. 54
[22] En el mismo presente de nuestro país se potencian los feriados
nacionales, días no laborales, para aprovechar ese tiempo libre en realizar
actividades que se miden exitosamente con estadísticas económicas. La
contracara de los días no laborales en Argentina se encuentra en la menos
difundida estadística que la jornada laboral promedio es una de las más altas
en el mundo de 9 hs diarias, una hora más por día que lo que se trabajaba a mediados del siglo XX, más de mil horas -de más- en un año. Sumado a que la vida laboral
promedio de los trabajadores en el mundo no extendió su tiempo libre sino su
vida laboral a los 70 años. Datos estadísticos en:
http://www.infobae.com/notas/nota.php?Idx=300271&IdxSeccion=1
http://www.infobae.com/notas/685761-El-46-de-los-argentinos-trabaja-de-mas.html
http://www.muyinteresante.es/salud/preguntas-respuestas/ien-que-pais-se-trabaja-mas
[23] ADORNO, Theodor.
Paralipómenos, en Teoría Estética Ed. Akal, 1969 pp. 416.
[24] ADORNO, Theodor.
Teoría Estética Ed. Akal, 1969 pp. 317
[25] ADORNO, Theodor.
Idem Pp. 317
[26] Idem. Pp. 333
[27] El director español Alex de la Iglesia sostiene en referencia a su película “Balada
triste de trompeta” una triller, tragicómico sobre dos payasos teniendo como
telón de fondo al franquismo español, dictadura que goza de buena reputación
aún en la actualidad: sólo del drama se puede
sacar una sonrisa. Claro está
que esta sonrisa es catárquica pero no se funde sobre el fondo del horror se
despega de él en ese gesto grotesco que rodean el make-up de los payasos.
[28] ADORNO, Theodor.
Dialéctica de la ilustración. ed. Akal 1981-2007 pp. 134
[29] Idem. Pp. 161
[30] Idem. Pp. 141 y 156
[31] Idem. Pp. 174.
[32] Tampoco resulta
más democrático participar del turismo en cuotas para acceder a la Capilla
Sixtina o realizar colas para observar la Monna Lisa en el Louvre. Este gesto,
vinculado a la industria del entretenimiento, niega de nuevo el conocimiento de
la obra por medio de la distracción del estar ahí y su verificación en la foto
digital al lado de uno de los símbolos del lugar. El objetivo es documentar que
se estuvo repitiendo seguramente una imagen conocida anteriormente en una
revista de turismo.
[33] Idem. Pp. 135
[34] Idem. Pp. 136 y
139
[35] Idem. Pp. 140
[36] Idem. Pp. 148-149
[37] Idem. Pp. 151
[38] Idem. Pp. 158
[39] Idem. Pp. 165
[40] Idem. Pp. 167
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