Calaveras y Diablitos
Parche bordado de una calaca. |
Los fundamentos de
estas imágenes con referencia a la muerte están ligados a la propia existencia,
por la angustia percibida en nosotros frente a la conciencia de que nuestra presencia
terrenal transmuta a otro estado (el que sea o el que quiera creerse) mientras todo
lo que nos rodea continuará. La psicología tiene un nombre para este sentimiento,
descripto como una pulsión, una fuerza interna que nos lleva a realizar
determinadas acciones en nosotros o nosotras, lo llama tanático (proveniente
del dios griego Thánatos, “personificación de la muerte sin violencia”).
En el arte, la
representación de lo tanático posee un repertorio bastante nutrido y entre
otros tipos de manifestaciones puede reconocerse bajo la expresión en latín conocida
como Memento Mori (recuerda que vas a
morir o algo más trágico: recuerda morir). En realidad la idea del Memento Mori convoca a
las personas a reflexionar sobre la vida mediada por la muerte, y al estar
presente en todos/as de la misma manera, llama a la humildad de las personas
para tener una vida fecunda, floreciente, productiva, lo contrario de la vanidad
o del egocentrismo, de la afirmación de uno mismo, como alguna vez escribimos.
La frase en latín es más antigua que su representación en el arte, pero es éste
último quien consolida la imagen visual que llega hasta nuestros días, y
pasando por diferentes procesos, desembarazándose de la interpelación que
producía la advocación de los términos en su momento. “Aprende a morir”, es
vivir en una idea que en la actualidad no solo no entendemos, además contradice
los valores que damos a la vida, valores afirmativos sostenidos más en la
cultura que en la noción de vida o “buena vida”.
En una obra muy conocida realizada por Hans Holbein, el Joven (n. 1497/8-1543), la presencia de lo tanático encuentra un lugar y forma curiosa, en el sentido que acercamos en las líneas anteriores. La pintura es conocida como Los embajadores (1533) https://www.nationalgallery.co.uk/products/the-ambassadors-print/p_NG1314, un retrato muy “ilustrado” que en realidad lleva el nombre de los dos personajes. Ambos jóvenes, amigos, están posando de frente en una sala enmarcando una mesa donde abundan objetos de ciencia, arte y religión. El autor incluyó una calavera al centro y debajo de la representación con un anamorfismo, es decir discretamente disimulada en una forma no reconocible en una primera mirada. Es posible pensar que esta presencia del cráneo demuestra, incluso en el siglo XVI, la necesidad de recordar al poder emergente y dominante, la burguesía comercial ligada a la nobleza europea y la autoridad religiosa, la condición impuesta por las ideas sostenidas en el Memento Mori. Advertir, no a los personajes en sí, más bien al grupo social el cual representan (“cargados” simbólicamente) que más allá de la juventud, riqueza, las comodidades y tranquilidad de la vida, el destino es el mismo al de todas las personas. Holbein con esta obra interpela a la clase social en proceso de constituirse como el poder dominante en occidente, “son todo esto… pero séanlo con humildad”, afirmado con el necesario pudor en la representación del Memento Mori, pero no con renuncia.
Los embajadores, Hans Holbein el Joven. 1533 |
Detalle, Skull |
Es momento de
reconocer que en el presente las referencias tanáticas no gozan de mucho
afecto, al menos en la vida doméstica. No estamos revelando ningún secreto. Los
desarrollos en medicina, y sobre todo las regulaciones sociológicas de la
disciplina galénica; la afirmación de la
juventud como edad idealizada por y para la sociedad del espectáculo entre
otras condiciones del mundo contemporáneo, desplazaron del centro de la
atención social a lo tanático. Igualmente presente en nosotros y nosotras
(¿cómo evitarlo?), y más allá de lo repulsivo que puede causar en la actualidad
algunas de estas representaciones, el tópico tiene legitimidad en algunas expresiones
contemporáneas. Por ejemplo en determinados géneros como el cine, en las
caricaturas, el comic, el culto popular, en los tatuajes como decíamos al
principio de esta nota. Más difícil es reconocerlo en el denominado arte
contemporáneo, el que circula por galerías, museos o espacios afines a unos y
otros. Quizás, porque preocupado por temas obviamente más actualizados, deja de
lado a la vieja cuestión. Ahora bien, en lo personal, tengo la impresión que las
instalaciones es el género donde se presenta esta idea con mayor frecuencia
dentro del arte contemporáneo de salas, galerías y museos. Es sólo un parecer
personal. Vienen a mi memoria la sucesión de animales disecados del polémico Damien
Hirst (n. 1965) http://www.damienhirst.com/,
(sugiero clikear en la muestra “la muerte es irrelevante”) o de su obra con el curioso título de “Ahora
me he convertido en la muerte, en el destructor de mundos” (realizada en 2006,
y fue la obra mejor vendida en el 2010) me remiten a una versión contemporánea
de la presencia tanática en el arte. En nuestro país, Nicola Constantino (n.
1964) https://www.nicolacostantino.com.ar/
en algunas de sus obras experimenta con técnicas de disecación de animales o
simulación de piel humana, exponiendo en instalaciones y video alusiones a la
muerte, o el final de la vida, como se prefiera.
En Mendoza no somos
ajenos a las instalaciones, son bastante más usuales que otras manifestaciones
contemporáneas, pero quizás seamos un poco renuentes a reconocer algunos de los
posibles y probables sentidos manifestados en estas. He retrasado la
presentación de Florencia Breccia https://cargocollective.com/FlorenciaBreccia/CV
(n. 1984 googlearla), pero no quería apresurarme a introducir una idea contemporánea
desarrollada en Mendoza y arriesgar a que sea rápidamente descartada por suponer
que esta nota “habla (provincianamente) de la m
uerte”. Por otro lado parecía
propicio extenderse un poco sobre los argumentos para reconocer una de las
características del arte contemporáneo, el cual tengo la sospecha es capaz de contener
dentro de sus expresiones ideas desarrolladas en etapas anteriores además del
tiempo propio. Tiene una relación de reconocimiento más honesta con el arte
moderno que este con su antecesor y con su propio sucesor. En definitiva el
arte moderno en muchas de sus expresiones, por su propio ejercicio de
declamación terminó, en ocasiones, siendo impugnatorio. Salvado este desvío
volvemos a nuestro centro de interés. En el 2017 en Godoy Cruz, en la Casa de
la Gloriosa Niní, Florencia presenta una instalación con el título “La forma
próxima” https://cargocollective.com/FlorenciaBreccia/la-forma-proxima
. Dispone en el espacio una serie de elementos que recuerdan a las alusiones
del Memento Mori. Recuerdan, porque la idea no es justamente aludir a aquella
vieja frase de forma explícita sino que surge de cierto recorrido caprichoso de
la obra. El registro fotográfico lleva dos textos que lo acompañan,
reproducimos solo el primero:
La forma próxima. Florencia Breccia. 2017 |
Forma:
espacio/ imagen
Próxima:
tiempo/ cercana, próximo/vecino/ implica una distancia y una cercanía/ amenaza
y promesa/ ambigüedad
La
forma sin saber, la forma por venir, o al venir, o al llegar
la
forma a medio camino , la forma de lo que queda, de lo que no se digiere
el
compromiso con la forma, el descompromiso también
la
forma como inminencia (estar a punto de)
la
forma próxima, amenaza y promesa
aliento
camuflaje
simulación
de presencia
dar
a una cosa el aspecto de otra
el
gesto del tiempo,
la
repetición y el cansancio.
entre
la forma y la no forma el lugar de lo posible
están
a punto, en el punto, pero no llegan a decirlo,
ahí,
pobreza
o potencia.
Restos.
Al igual que en el
conceptualismo esta obra se pregunta por la forma, una elipsis sobre la falta
de un objeto concreto en el arte contemporáneo. Aclaremos que esta instalación
no se encuentra entre las expresiones del conceptualismo pero la referencia al
debate sobre la falta del objeto en el arte alude a esta corriente. El conjunto
de elementos son formas “a mitad de camino” o también pueden interpretarse como
restos, como sugiere varias partes del texto (lo que no se digiere, pobreza
o alguna idea de transmutación en el caso de dar una cosa el aspecto de otra). Uno de los puntos de tensión más
significativos de la instalación lo constituye un tablero suspendido por cables
desde el techo (simula cierta levedad de lo que pareciera una mesa sin patas). Amontonados,
sobre este, con algún orden no reconocible fácilmente, un conjunto de huesos
entre otros, cráneos de aves, formando un osario. La referencia a lo tanático
en este caso expone al mundo animal, marcando alguna distancia entre la
expresión de la obra y la referencia a la vida de las personas. Esta distancia
no indica el desentendimiento sobre lo transitorio que resulta la vida de las
personas, o el reemplazo de esta idea por la fugacidad de la vida de los
animales. Se trata de una metáfora sobre la vida en el mundo, como los animales
disecados de Hirst o algunos trabajos de Constantino. En expresiones como las
naturalezas muertas o los bodegones, la presencia de la degradación de los
objetos o del sentimiento de melancolía son metáforas al proceso de la vida de
las personas. Al igual que en el cuadro de Holbein la alusión al Memento Mori está planteada de manera discreta.
La exploración
estética de Florencia Breccia recorre varios caminos; entre corrientes, como el
conceptualismo, o expresiones con referencia al cartelismo; también entre
géneros, como el dibujo, solos o
editados en estampas o libros. En estos últimos nos detendremos un poco. Esta
expresión, como cualquiera puede imaginar, no es exclusivamente contemporánea.
Incluso es más antigua que moderna, y podemos decir que la historia de las
imágenes comienza con el dibujo. A pesar de su longevidad, el dibujo, en el arte
moderno, fue una expresión menor. Estaba destinado a los bocetos de las obras
relevantes, notas, planos, y en general no despertaron mayor interés en el arte
hasta tiempo más tarde. Durante la etapa contemporánea, el dibujo tomaría un
interés distinto en el público, pero transitando un camino diferente al
reconocimiento en salas o salones. Pienso que la legitimidad de los dibujos en
la actualidad proviene por la difusión de estos en los medios de comunicación,
con centralidad en la televisión, el cine y las historietas (comics) de revistas
o de páginas de diarios. Entre los 80 y 90 suma a la presencia pública del
dibujo una aproximación en clave de variaciones muralistas, en las especializaciones
como los graffitis o el stencil y otras manifestaciones urbanas-públicas. Durante
el mismo tiempo en los medios de comunicación la animación de dibujos masifica
su presencia (incorporan nuevas representaciones, incluidas las realizadas en
oriente, y/o Japón, amplían el repertorio argumental, a la vez que alcanza nuevas
franjas etarias en occidente). Motorizado por la incorporación del cable y televisión satelital, a la vez por la
disponibilidad de pantallas personales; el límite horario en la televisión desaparece
y las animaciones consolidan su presencia frente a un nuevo público gracias a la
especialización de contenido en canales infantiles y para jóvenes. El puente
entre estas expresiones y el arte lo había construido el discutido Arte pop, incorporando
los íconos de la cultura de masas a las galerías y espacios de exposiciones,
(Marylin Monroe, o Elvis Presley con las impresiones de Andy Warhol) y otros
elementos, productos de la sociedad de consumo. Esto daría un golpe más a la
noción de autenticidad en el arte, legitimando las técnicas de reproducción como
las serigrafías, las fotografías, y otras como propias de la producción
artística. El dibujo en el mundo contemporáneo dejó de ser marginal y en la
actualidad pertenece a las expresiones estéticas masivas. Como testigo de este
vínculo algo polémico, en el año 2003 se da a conocer un
viejo y olvidado intento experimental entre el arte surrealista y la animación.
“Destino” es un corto animado con dibujos de Salvador Dalí para los estudios de
Walt Disney, proyecto originado en 1946. https://vimeo.com/178818145
Retomando el trabajo
de Florencia Breccia, en el año 2011 realiza una serie de dibujos (grabados ¿?)
bajo el título de “Dobles”. En estos trabajos podemos observar la silueta vacía
de dos personajes. Están unidos en ocasiones como siameses; en otras, separados
compartiendo sus entrañas o simplemente superpuestos. En todos los dibujos apreciamos
a sendos personajes fusionados a través de su “interior”, compartiendo algo
parecido a sus vísceras, incluso en momentos saliendo fuera de las figuras
(como sucede en el animé japonés). En “Dobles” podemos identificar los rasgos
del dibujo contemporáneo, las reminiscencias a la historieta y a las
animaciones. La expresión minimalista de los dibujos recuerda al estilo de algunos
personajes promovidos por la cultura de masas, los medios de comunicación o las
redes sociales, es decir participan de la cultura Pop. Florencia no está
preocupada por los detalles, o por el realismo. Las figuras de los personajes pertenecen
a la fantasía, al mundo fantástico. Si bien se encuentran erguidos en dos patas
simulan ser animales con dos cuernos y dos orejas grandes o si se prefiere
cuatro cuernos, o incluso ramas de alguna especie de planta o árbol. Las
figuras son producto del sincretismo entre lo humano, lo animal, o incluso
fusionados con algo del reino vegetal. Las imágenes remiten a una forma
caprichosa de la imaginación de cualquier infante, y sí, claramente pueden
estar “incompleta”. Me arriesgo a proponer cierta interpretación apurada: con
estos personajes fantásticos, inventados; Florencia ayuda a trazar un puente
entre lo juvenil, sostenido por el dibujo contemporáneo, y lo tanático. Quizás,
siguiendo la sugerencia de uno de los textos que acompañan otro de sus trabajos,
de seguir el análisis de Bruno Bettelheim, que recupera los olvidados
aprendizajes de la tradición en las narraciones orales. Las que inspiraron al
Lobo de caperucita roja, por ejemplo. Ese lobo que al final del cuento lo
“abren” para recuperar desde sus entrañas a la protagonista del relato (si
alguien llegó hasta acá puede buscar los significados de esta transmutación en
los textos de Bettelheim).
En el año 2014 Florencia edita un libro de dibujos con el título “Estructural”, bajo la edición de Borde Perdido. Como otros trabajos del presente la impresión en papel continúa en un video, complementando o completando la propuesta original. Se puede ver acá: https://www.youtube.com/watch?v=a7DpzTJVbPs. El libro recopila una serie de dibujos, y un poco de texto, llevándonos a recordar el estilo de los ejemplares de cuentos infantiles. Las páginas están dominadas por las figuras; y las palabras, de no menor importancia por ser menos numerosas, guían a través de las hojas y de los mismos dibujos hacia interrogantes. Porque en definitiva “Estructural” es un trabajo que hace preguntas o que comparte preguntas. Dejamos solo tres líneas para invitar a buscar el resto en la edición original.
Estructural, Florencia Breccia. 2014 |
¿cómo
incendiar un desierto?
(un
desierto de ciegos)
sembrando
un bosque
La expresión de los
personajes en este trabajo guardan cierta conexión con “Dobles”, pero las
diferencias también son notorias, son personajes, en plural porque en este caso
Florencia Breccia amplia el repertorio de seres imaginarios. Tienen identidad,
rostro y realizan acciones en las páginas, entre las páginas, además habitan en
un entorno. Las figuras en “Estructural” sufren una transformación. Pierden su
relación visceral con lo tanático, con los restos y,… y me animo a decir que surge
una idea diferente… la de los monstruos. Algunos de estos personajes, poseen púas
o “pinches” extendidas por sus extremidades, alertan sobre tomar distancia, y
manifiestan una ambigüedad muy contemporánea entre el horror, el afecto o la
ternura y el asco (Ver Cartoon Network)
Al pasar la mirada
por los dibujos de “Estructural” surgieron algunos recuerdos. El más apropiado para
compartir en esta nota es sobre una película, basado en un libro infantil, que
en la traducción al español se lee como “El lugar donde habitan los monstruos” (2009-Spike
Jonze). El libro tiene más años, dibujado-escrito por Maurice Sendak, es de
1963. En pocas líneas sólo remito al film. El personaje de esta historia es un
niño terrible, que “aterroriza” a su madre (en la historia no aparece el padre)
con su carácter inquieto, incomprendido como un niño sin más. En una noche el chico
escapa de su dormitorio encontrando un velero a la orilla de un mar imaginario.
La travesía lo lleva hacia una isla donde encuentra un bosque, y en este habitan
los monstruos. Entre los árboles, desiertos y playas el protagonista comparte
sus monstruosidades con los personajes que no causan temor. Descubrimos entre
juegos, inventos y construcciones que el “rey de los monstruos” es el mismo
niño, es el monstruo más monstruoso. El colofón de la historia toma el giro de
la transformación, cuando al protagonista no lo divierten más las
monstruosidades y decide regresar a su casa. Regresa entonces transformado en una
persona diferente al niño que fue. Perdón si parece spoiler.
En “Estructural”
encontramos casi todos los elementos del relato del film, exceptuando el del
niño, no hay niño en los dibujos de “Estructural” debida cuenta a que no
representa una copia ni del film, ni del libro. Con las pistas que tenemos
podemos transitar uno de los posibles caminos encriptados en el trabajo de Florencia.
“Estructural” invita a los y las lectores/as a plantearse algunos
interrogantes, como lo habíamos dicho anteriormente, a realizarse preguntas que
de algún modo instigan a abandonar certezas. Por medio de estas dudas hay una
invitación: concebir un bosque “incendiando un desierto”, lo que parecería la
inversión de las leyes naturales (o al menos como nos hemos familiarizado las
personas con los bosques). También cabe una lectura metafórica, incendiar un desierto para que
surja un bosque puede describir una situación presente la cual debemos cambiar,
transformar en un sentido específico. No importa los caminos que tomemos para
interpretar estos momentos del trabajo en “Estructural” finalmente el tema de
llegada es el bosque, el lugar donde habitan
los monstruos.
Decíamos que en este trabajo de Florencia Breccia no había niño, no hay un rey o reina de los monstruos impresos en sus páginas. Sin embargo, tampoco existe ausencia de estos. El niño, la niña en “Estructural” serán quienes paseen por sus páginas. Los y las lectores/as somos niños/as en un trabajo contemporáneo. Inventar un bosque (el lugar de las transformaciones según Bettelheim) encontrar nuestro monstruo (el padre autoritario según Bettelheim, o la sociedad patriarcal), el que somos, con la ambigüedad que corresponde a los tiempos presentes. Vernos como el rey o las reinas de los monstruos, e imaginarnos monstruosidades. Ahora bien, los monstruos de los adultos, nuestro niño o niña interior, es diferente al monstruo-niño que lee los cuentos infantiles. Todo lo que puede ser un niño o niña, en su infancia: egoísta, reaccionario, autoritario, incluso escatológico surge desde el principio de placer (contrario a lo tanático) que construye un momento de su identidad. Solo hago lo que me gusta, lo que me da alegría, lo que me causa placer, lo que me dan las ganas, sin medir las consecuencias de lo que pasa con el otro. Este principio será reprimido por la cultura (educación), o podríamos decir también algunos de los diferentes ordenes culturales que los humanos pudimos manifestar en nuestra existencia. Esta parte de nuestra identidad queda “atrapada” en nuestro interior y cuando encuentra un ambiente, un momento histórico, propicio para manifestarse lo hace igual que un infante pero con consecuencias políticas: es reaccionario, autoritario, egoísta, narcisista, en ocasiones -no pocas- chauvinista, es decir un fascista casi en todas sus características.
Lo reconozco. La
lectura es arriesgada, pero también probable. Quizás sea el equivalente a la
parte de terror de una película que no nos atrevemos a ver para evitar el
sobresalto, el susto, o el shock. Más allá de esta lectura “Estructural” es un
libro de interrogantes y sería correcto dejar explícita una pregunta ocurrida
mientras escribía estas líneas: ¿nos invita a transitar por sus páginas para
completar nuestra transformación?
Algo de esta
pregunta lleva a pensar en el lugar donde ocurren las transformaciones, en los
cuentos, es en el bosque. En la actualidad los lugares simbólicos están
colonizados por un exceso de propuestas mediadas por los efectos de las
diferentes capas del desarrollo tecnológico-técnico: sociedad de consumo (moda,
mercancías, etc.), sociedad del espectáculo (entretenimiento, tiempo libre),
sociedad de la información (redes sociales)… Los espacios simbólicos propuestos
por estos procesos ofrecen la transformación como un producto más. Con algo de
dinero, se es otra persona frente a los y las demás. Pero si bien parecen ser
muy efectivas para la integración social, a la vez existen pruebas de que esta
no es del todo completa. Las manifestaciones de xenofobia, homofobia, la
criminalización de las desigualdades; el encorsetamiento burocrático a lo
diferente y lo disruptivo, parecen demostrar que como espacios simbólicos de
transformación se quedan cortos. Prometen, pero no cumplen del todo.
Es tiempo de cerrar estas líneas y podría ser como en los cuentos.
Estructural, Flor Breccia. 2014 |
Hace tiempo, Levi-Strauss escribió un libro sostenido en las memorias de los viajes realizados a Brasil. El nombre guarda algo de melancolía de un tiempo pasado glorioso que daba lugar a otro menos festivo; Triste trópicos, es muy conocido. En una parte de esta narración encara el tema de las transformaciones y las vincula con La búsqueda del poder, pero de una manera que hoy nos cuesta reconocer. Va el primer párrafo de dos:
“…el prestigio
social de un individuo está determinado por las circunstancias que rodean
ciertas pruebas a las cuales los adolescentes deben someterse en la pubertad.
(…) Todo es pretexto para provocar el más allá: baños helados y prolongados,
mutilaciones voluntarias de una o varias falanges… En el estado de
embotamiento, de debilidad o de delirio en que los dejan estas pruebas y
ejercicios, esperan encontrar comunicación con el mundo sobrenatural. Conmovido
por la intensidad de sus sufrimientos y plegarias, un animal mágico se verá
forzado a aparecérseles; una visión les revelará al que desde ese momento será
su espíritu guardián, así como el nombre por el cual serán reconocidos y el
poder particular otorgado por su protector, que les concederá privilegios y
rangos en el seno del grupo social” (La Búsqueda del poder. Tristes trópicos.
Levi-Strauss)
…pero el mundo moderno deshizo el espacio simbólico (y el concreto
también) donde estas personas encaraban su transformación de niños a adultos,
de infantes a guerreros y las consecuencias son las de quedar como niños:
”Allí permaneció bañado en lágrimas, rogando y gimiendo. Y sin embargo, no oyó ningún ruido misterioso; tampoco fue adormecido para ser transportado en sueños al templo de los animales mágicos. Ya no podía tener la menor duda: Ningún poder, de nadie, le había sido concedido…” (La Búsqueda del poder. Tristes trópicos. Levi-Strauss.)
Andrés Collado, publicado en 16 de junio, 2019 en revista digital
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